1.

Existen personajes secundarios que nos inquietan. Intuimos que tienen más que decir pero se quedan callados. Esos silencios nos persiguen. Caminan detrás de nosotros. Nos erizan la piel híbrida de escamas, de plumas, de cristales rojos, de pelos largos; curtida por cada palabra secundaria que leímos sobre sus vidas.

Pero, a veces, los personajes pequeños rompen esos silencios, sus voces nos llaman aun después de cerrar el libro. Quieren que les inventemos nuevos bosques, que extendamos la mano con una manzana roja y los dejemos morder, a ellos también, el dulce sabor del encantamiento. No les importa condenarse, si condenarse prolonga sus vidas en el tiempo del relato.

Los secundarios permanecen en nuestras ensoñaciones diurnas y en las oscuridades del sueño no solo por lo que leímos que fueron, sobre todo por lo que imaginamos que podían ser. Perseguimos el momento antes y después del principio y el fin de su historia. Proyectamos nuestras preguntas esenciales al terreno de la ficción: ¿de dónde viene este personaje? ¿a dónde irá después? ¿quién es?

Hacer esto quizá represente el mayor poder de la ficción. El poder de preguntarnos por el otro, de imaginarnos en el lugar del otro y de ensayar viajes posibles. Por eso, los secundarios pueden ser guías magníficos en toda búsqueda: escribimos nuevos desenlaces y comienzos donde el autor dejó espacios; y hay mucho espacio alrededor de los secundarios, e inquietud.

 

2. 

hermosa niña de pelo turquesa innocenti 3
Roberto Innocenti, Pinocho, Kalandraka, 2005.

Para que pueda ser, he de ser otro,

salir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia,

no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,


la vida es otra, siempre allá, más lejos…

 

Octavio Paz, Piedra de sol, 1960.

 

3.

La Hermosa Niña de lo Pelo Turquesa ya había vivido mil años en aquel bosque cuando salvó a Pinocho. El alado Rey Mono y su séquito no siempre estuvieron al servicio de la malvada Bruja del Oeste ni Baloo veló toda su vida los pasos de Mowgli.

Nunca se atrevió a contarle, pero ¿cómo fue que la abuela de aquel niño transformado en ratón perdió su pulgar? Once suéteres y uno sin manga: ¿qué pasó con el más joven de los príncipes condenado a vivir con un ala de cisne?

Si tuviera que hacer un retrato de la infancia, elegiría a cualquiera de estos personajes, a los incompletos. No buscaría en los protagonistas, que alzan siempre la voz, observaría a los secundarios porque se acercan más a la naturaleza periférica del niño.

cisne andersen
J.P. Lynch, Los cisnes salvajes, 2008.

En su ensayo “La llama azul”, Gustavo Martín Garzo hace referencia, justamente, al príncipe del cuento “Los cisnes salvajes” de Hans Christian Andersen, que al final de la historia queda condenado a vivir con un ala de cisne. Garzo dice:

“Todos sentimos dentro de nosotros algo delicado y esquivo que no logramos hacer real, todos somos torpes e incapaces de llevarlo a cabo, todos somos portadores de algo valioso a lo que no se presta la debida atención”. Eso representa el ala.

El niño, la niña, el adolescente, siente que tiene un ala de cisne, una pata de palo, el pelo turquesa, una mano sin pulgar.

Al mundo se entra con torpeza, en total dependencia, esperando instrucciones. Wendy, Picaporte, El Hombre de Hojalata, Watson, Mendieta; Susanita, Felipe, Guille, existen con el otro, para el otro, pero cada uno tiene una voz que, a veces, quiere decir más.

Este es el caso de Huckleberry Finn.

 

4.

Mark Twain publicó su obra maestra cuando decidió llevar de la periferia al centro a otro gran secundario: Huckleberry Finn. El vagabundo entrañable, el “niño salvaje”, ajeno a las normas, el camarada incondicional de Tom Sawyer, inocente y valiente desde su conmovedora pequeñez.


Twain no pudo resistirse. Saltó al vacío para llenar el silencio que había dejado el personaje y le asignó una voz propia y un nuevo hilo argumental. Lo mandó a navegar sin su brújula: Tom Sawyer. Lo obligó a dejar la posición cómoda del personaje secundario en cuyos hombros no cae el peso de encontrar los tesoros y ganar las batallas. Lo sacó de la orilla. Lo hizo crecer.

Pero Huck no fue el primero.

Todo empezó con una mujer y una guerra. La mujer se llamaba Helena y la guerra sucedió en Troya.

El antecedente más importante que encuentro para abordar la transformación de un personaje secundario en protagonista es la Ilíada y la Odisea de Homero.

Ulises Sexto PisoUlises es uno de los principales guerreros en la Ilíada, pero el texto se centra en la ira de Aquiles. Es en la segunda parte del poema épico, que Ulises u Odiseo, protagoniza su viaje, su retorno, su Odisea. Y Aquiles es solo un recuerdo.

Los caminos que ofrecen los personajes secundarios para extender los relatos hacia otras obras literarias, cinematográficas, televisivas y digitales son recurridos y antiguos.

En Gramática de la fantasía, Gianni Rodari lo describe como “efecto de amplificación”. La amplificación, dice, puede considerarse la estructura de cualquier descubrimiento, artístico o científico.

“Un elemento secundario del cuento original ‘libera’ la energía del nuevo cuento actuando como ‘amplificador”, explica Rodari.

Escribir una historia a partir de un personaje secundario es un procedimiento conocido en la jerga televisiva como spin off y mucho más recurrido en este medio.

 

5.

Luego de estudiar lo que hizo Mark Twain para trasladar a Huckleberry de la periferia de la novela Las aventuras de Tom Sawyer, al centro de su obra maestra: Las aventuras de Huckleberry Finn, establecí seis pasos que pueden servir para ejercicios creativos que busquen llevar a un personaje secundario al centro de su propio relato; pero también pueden funcionar como metáfora para ejercicios y discusiones donde queramos visibilizar lo que se ha mantenido invisible, las historias secundarias, o para detonar reflexiones que promuevan la inclusión y la reivindicación de minorías. 

Se trata, a la manera de Campbell, de una suerte de pequeño viaje del héroe, un viaje del héroe secundario.

1. Cambio de focalización. Desde la primera palabra en la nueva historia la realidad es contada con la voz del antiguo personaje secundario. Este cambio de perspectiva es parte de una nueva caracterización del secundario. Ahora él cuenta la historia: así ve, habla y decide él. “Tú no sabes nada de mí si no has leído un libro llamado Las aventuras de Tom Sawyer; pero eso no tiene importancia…”, dice Huckleberry Finn al inicio de su novela.

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Las aventuras de Huckleberry Finn, Edward W. Kemble, Chatto & Windus, 1884.

2. Emancipación. El secundario se libera de su antiguo rol. Se establece el mundo como era antes y el secundario ya no está cómodo ahí, ni con el lugar ni con los personajes. Hay una confrontación, una necesidad de diferenciación, una falta de identificación con el antiguo protagonista. A nivel narrativo sucede una muerte simbólica del antiguo rol del secundario. Huckleberry Finn dice que se aburre con los imaginativos juegos de Tom, él ya no ve los tesoros ni los ladrones de los que habla su amigo. Huck enfrenta problemas más reales: vive con su padre alcohólico y teme por su vida, así que decide fingir su propia muerte y escapar.

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3. Una razón de ser. Para salvarse y liberarse el secundario empieza una aventura con un nuevo hilo argumental y en un contexto distinto. Huck deja su pueblo y explora la región con mayor amplitud: en lugares donde nadie sabe quién es. Nadie lo define como secundario y puede ser un nuevo personaje, con la responsabilidad de desarrollar y concluir su propia historia. Además del deseo de libertad, Huck encontrará a otro personaje al que intentará ayudar.

220px-Huck_and_jim_on_raft4. Un secundario para el secundario. El nuevo héroe no irá solo en su tránsito. Para establecer con más claridad su nueva posición aparece un nuevo personaje secundario que ahora lo acompañará a él. Es a partir de la mirada del otro que se definen los roles, así que el ex secundario, ahora protagonista, necesita tener su propio secundario. María Nikolajeva en su libro Retórica del personaje en la literatura para niños dedica un capítulo al personaje secundario y habla de cuánto lo necesita el protagonista, no solo como acompañamiento: es a través del secundario que el héroe reconoce quién es, se pone a prueba. Uno y otro están entrelazados. Huck encuentra al bondadoso e inocente esclavo, Jim, y decide ayudarlo a conseguir su libertad. En él refleja una nueva imagen sobre sí mismo: la del líder.

5. Pruebas morales. Para fortalecer su carácter, el nuevo protagonista vivirá el típico “viaje del héroe” descrito por Joseph Campbell con los encuentros con distintos personajes que van definiéndolo. En estas pruebas adopta rasgos del protagonista original. Uno de los mayores dilemas de Huck es si seguir ayudando o no Jim, pues teme irse al infierno por hacerlo.


Tom y Huck6. Validación.
Reconocimiento del héroe original. El protagonista original no se ausenta del todo de la aventura. El ex secundario lo recuerda y se pregunta cómo actuaría si estuviera ahí, y más: al final de la historia vuelve a aparecer para sumarse a la aventura del ex secundario. Hay una reconciliación y un reconocimiento. Los roles originales se restablecen parcialmente, pero el ex secundario tiene más fuerza porque ha mirado desde más ángulos, conoce los dos perspectivas: la periferia y el centro de una historia. El protagonista lo valida ahora como héroe capaz.

Hacia el final Huck y Tom viven una aventura juntos otra vez, en ella, y por un enredo, han intercambiado los nombres: Huck es Tom y Tom es Huck. Y Tom se suma a la invitación de Huck: terminar de liberar a Jim.

 

6.

El personaje secundario que ha hecho el viaje para convertirse en protagonista es más poderoso. Tiene un doble dominio: sabe ceder y no teme guiar. Huck vive su viaje propio, pero no olvida que fue secundario y sabe estar siempre disponible. Conoce los dos mundos. Se ha hecho visible pero sabe que de pronto es útil usar la capa de invisibilidad.

Robinson y Viernes, Offterdinger y Zweigle, 1880.
Robinson y Viernes, Offterdinger y Zweigle, 1880.

Huck se convierte en Tom Sawyer, sin dejar de ser Huck. Él es Robinson y Viernes, Don Quijote y Sancho, Sherlock Holmes y Watson, Peter y Wendy, Frodo y Sam. Vive en la alternancia de roles. No es un protagonista cerrado en sí mismo y en su aventura, no tiene problema en ubicarse en segunda posición y permitir que en algunos capítulos lo dirijan otros. Es dúctil: permite que otros lo manden. Permite a otros ser a su lado. Héroe y antihéroe, secundario y protagonista, bueno y malo según su propio juicio, y en definitiva un espejo más amplio para el lector.

Si se quiere: es más humano, menos literario. Un signo de una literatura anticipada a su época: que reafirmó la búsqueda de individuación y superó la estructura binaria y simple de los personajes de cuento de hadas clásicos: rico o pobre, bueno o malo, bello o feo.

Para el académico Peter Coveney la construcción de ese personaje y su viaje de secundario a principal son tan perfectas, que se puede afirmar que Mark Twain escribió Las aventuras de Huckleberry Finn dos veces, y que la primera vez falló y escribió en su lugar Tom Sawyer.

 

7.

Pero Huckleberry tal vez sea solo un pretexto, un ejemplo, una metáfora para cerrar este ensayo con otra reflexión. Más allá del personaje literario, surge otra conciencia, la del secundario mayor: el niño, el joven, la LIJ.

Somos secundarios en un medio que todavía considera que aquello que nos convoca es un subgénero. La LIJ ha debido cargar con un designio de literatura secundaria, periférica; que acompaña la formación, puramente pedagógica, instrumental. Menor. Como menores son los niños. “Los menores”. Si ser niño es ser secundario, hablar, leer y escribir de ellos, también.

Pero los niños y niñas también responden y se rebelan. Desobedecen y hablan sin levantar la mano. Se van de la casa. Tiran jarrones a propósito.

Huck finn the endHuck es la metáfora de ese niño rebelde, la posibilidad de cambiar la historia y los roles de sus personajes. Su viaje es el tránsito al crecimiento. El proceso por medio del cual el niño encuentra su voz y se hace escuchar. El proceso por el que cualquier voz secundaria, marginal, puede exigir reconocimiento.

Y hay finales felices. Huck es solo uno de los muchos ejemplos, en la literatura y en la vida, de voces que han sido escuchadas.

Permitir, promover y construir viajes de la periferia al centro es una labor siempre en construcción, incompleta; pero posible.

Los personajes secundarios quieren morder la manzana roja para ponerse a prueba, para reconocerse. Ofrezcamos la manzana. Construyamos balsas para navegar río abajo por el Misisipi.

 

8.

La viruta está en el piso. La pieza del ebanista está en el centro. Decenas de espirales de madera son su sombra. Y son la pieza.

Pero la pieza (una silla, una guitarra, una marioneta) no existe sin la viruta. La viruta es el camino amarillo, el barco volador, el vientre de un gran escualo. Conduce, cobija, señala un rastro. La viruta permite ser a la marioneta.

Si la pieza fuera un niño, el niño sería Pinocho, y la viruta un caminito de migas, un camino de baldosas amarillas, que conducen a él. Pinocho existe gracias a todos los que lo nombran, los que lo moldean con sus miradas. La viruta de Pinocho es el Maese Ciruela, Gepetto, Comefuego, la hermosa Niña de pelo turquesa, su amigo Larguirucho y hasta el gran escualo que se lo traga.

No existen piezas sin virutas.

Ni personajes sin secundarios.

Ni hombres ni mujeres que no hayan sido niños o niñas.

Ni escuelas ni bosques ni familias sin historias pequeñas, circundantes, vitales.

 

Esta ponencia fue presentada durante las Jornadas Internacionales de Literatura Infantil y Juvenil 2015 entre el 23 de abril y el 20 de mayo, en Santiago de Chile y en siete ciudades argentinas. Las jornadas son organizadas por Claudio Ledesma, el Instituto Nacional de Teatro de Argentina y la Escuela Latinoamericana de Cuentacuentos.

 

GALERÍA DE SECUNDARIOS OLVIDADOS Y RESCATADOS

17 Comentarios »

  1. Estoy 99’9% seguro de que tras unos 9-10 años el tema ya habrá quedado en el olvido (que no el libro «El dragon blanco y…» QUE ME ENCANTA!) Pero comento igual que he de admitir que me compre el libro únicamente por el gato de Chesire (La dama es la reina roja, ¿No? … Ese ¡Gato! = ¡Pato! La revela) pero tras leerme todos , me parecen igual de geniales… Por cierto la niña de cabello turquesa cuando tendra su pelicula (sarcasmo por que no creo que la hagan)Pero tomen todo mi dinero y haganla. Es una historia memorable.

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