Cree en ti mismo. Escribe porque te gusta, no por fama. Si no te gusta lo que escribes, baja tus estándares. Si eres demasiado crítico contigo mismo, no releas lo que escribes (haz como Cortázar, que entregaba sus originales sin trabajarlos…).

Estos son algunos de los consejos que los booktubers Raiza Revelles y Alberto Villarreal comparten con sus cientos de miles de seguidores en el video «Vamos a publicar un libro».

Ahora que inician una nueva etapa como escritores, Raiza cuenta que nunca creyó que pasaría del primer capítulo; Alberto dice que ya firmó contrato con Planeta (aunque todavía no termina su libro).

La actitud de ambos, entre espontánea y calculada, honesta y superficial, entusiasma a unos, molesta a otros. 

Ser booktuber ya no es sólo compartir una opinión sobre un libro frente a una cámara. El movimiento de lectores voraces que inunda las redes sociales y llama la atención de los promotores de lectura explora un nuevo terreno: el de la publicación de libros. 

Un ejercicio para observar cómo cambian nuestras formas de consumir y producir contenidos y legitimar identidades. Quizás una muestra de apoderamiento y de las nuevas jerarquías en una agenda marcada por la independencia de los nuevos soportes. Sí… o simplemente más de lo mismo: show y mercadotecnia para vender la inmediatez y baja calidad de un nuevo producto. Práctica cada vez más frecuente en la industria editorial dirigida a los jóvenes. 

Para entender las muchas aristas, sugiero empezar con el siguiente video:

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Del rating  como criterio editorial y el show writer

Raiza es la booktuber con más seguidores en Hispanoamérica. Hace 12 días, cuando empecé a escribir esta nota, tenía 712 mil 766 seguidores en su canal RaizaRevelles99, hoy tiene 721 mil 545 (es decir, 8 mil 779 seguidores más, suma unos 730 al día).

Es verdad que no empezó reseñando libros (todavía sube videos de recetas de cocina o tips para hacer tu propia piñata), pero hoy es identificada como una de las líderes del Booktube.

Alberto villarreal booktubers
Alberto Villarreal recomienda «Show» de Javier Ruescas.

Alberto también. Tiene un canal llamado “Abriendo libros”, con 127 mil 723 seguidores (y contando).

Los editores y publicistas de editorial Planeta lo tienen claro. ¿Importa lo que escriban? No mucho. ¿Importa releer tu propia obra, para corregirla? Tampoco. Como la propia Raiza confiesa en otro video (lo incluyo y comento más adelante): «Queríamos darle la releída final al libro antes de entregarlo para poderlo cambiar, pero había mucha prisa para la publicación…».

Muchas prisa y mucha competencia: antes que Grupo Planeta, otro grupo editorial se había acercado a Raiza para iniciar una negociación, pero Planeta ofreció un monto mayor como adelanto de regalías, y Raiza, «los dejó colgados». Así lo comparte un empleado de ese grupo quien me pidió confidencialidad. 

Haz tu propia piñata

Cómo ponerse el delineador fácil booktuberBooktubers make up challengeCuando consulté al Consejo Editorial Juvenil de Linternas y bosques sobre este tema, Francisco Peraza, estudiante de 22 años de Diseño de la Comunicación Gráfica, dijo: «Las editoriales están ofreciendo publicar a los booktubers o celebridades de internet basados más en la popularidad de la celebridad que en lo que esta persona pueda escribir. O sea, inician al revés, y son libros que no están pensados para resistir el paso del tiempo, al contrario, es muy probable que en un par de años los veamos en los remates editoriales». 

Libros chatarra (¿deliciosos, adictivos, malos para la cabeza?), pero perecederos. ¿Ética profesional entre los que producen libros sin un proyecto de formación de lectores? ¿Presión de los jefes que sólo ven números? El proyecto es el de formar consumidores, fanáticos, que quizá ni siquiera lean la novela. El libro para autografiar. Un pretexto para hacer la fila, tomarse la foto y llevarse una dedicatoria personalizada.   

Otro miembro del Consejo, Yetla Santiago, estudiante de 18 años, dice:  «Los booktubers tienen muchísimas más oportunidades de ser publicados por el hecho de tener ya un público -como lo dicen en el video- que le generará ganancias seguras a la editorial, y para ellos está muy bien, pero no porque nos guste escribir significa que somos buenos».
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Como esta nueva faceta de algunos booktubers me provoca sentimientos encontrados, también envié el video de los consejos de Raiza y Alberto a distintos escritores mexicanos para pedirles su opinión. 
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Antonio Ramos Revillas explica el fenómeno desde la figura del show writer:
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Me parece que el show writer está más afincado en otros mercados, pero en México empezamos a verlo justo ahora que la industria editorial ha encontrado al fin ese nicho. Show writer es aquel autor cuyas mayores habilidades no tienen que ver con el lenguaje ni con la ficción sino con la mercadotecnia basada en su personalidad o en los tumultos de su accionar. Show writer es Jordi Rosado y Gaby Vargas, Werevertumorro, Sasha Grey, Yuya, Claudia Lizaldi y todos esos autores cuya mayor cualidad es construir productos, no obras literarias. A este selecto grupo (porque incluso ser autor de esta categoría no es nada fácil), es donde ahora se quiere integrar a gente como Raiza, Fa y otros booktubers, pero la literatura es a pesar de todo, complicada, todos pagan su derecho de piso.

Martha Riva Palacio celebra las ganas de escribir y publicar, pero reflexiona también sobre el rating como criterio editorial:

Veo dos chicos animando a otros a escribir y me parece bien. Nos guste o no, el internet ha cambiado las reglas del juego. Los jóvenes no están pidiendo permiso para plantarse frente a la cámara y hablar sobre lo que les gusta. Lo hacen y ya. ¿Qué es lo que nos hace ruido? ¿Su ligereza? ¿O el que compartan sus opiniones sin esperar a que nosotros las validemos? Hablamos de los booktubers como un bloque compacto, pero cada uno tiene una voz propia y hay propuestas que vale la pena seguir de cerca. Lo que realmente me preocupa es esta tendencia a utilizar el rating como criterio editorial. No hay mejor forma de acotar a alguien que convirtiéndolo en una marca registrada. Popularidad contra calidad: Las buenas historias serán siempre bienvenidas sin importar de dónde vengan. Veo a dos jóvenes emocionados porque van a publicar sus libros y me da curiosidad. Pero quiero escucharlos a ellos, no al departamento de mercadotecnia.

FIL guadalajara snn.imer.gob.mx booktubers
Alberto Villarreal, Raiza Revelles y Javier Ruescas en la FIL Guadalajara.

 

Para Verónica Murguía se trata de un universo paralelo (en el que Cortázar sí releía sus textos):

Por lo visto, vivo en un universo paralelo al de los booktubers, o al menos al que habitan estos dos chicos. En mi lejano planeta es de rigor revisar, releer y nunca bajar el nivel de exigencia y de autocrítica. La aspiración es escribir bien, con rigor, explorar el lenguaje, adentrarse en el idioma. Escribir es un oficio muchísimo más prosaico y solitario que el de booktuber. Como decía Thomas Mann: “Un escritor es alguien para quien escribir es más difícil que para los demás». Acabo de leer un libro hecho de clases dictadas por Cortázar en Berkeley. Habla con mucha pasión de la soledad del escritor, de la autocrítica, y pone como lazo de cochino a los escritores que escriben con el bestseller en mente. Es decir, he leído toda mi vida a un Cortázar que no tiene nada qué ver con el que se menciona en el video. Dice Cortázar, y cito «Escribía como se suele hacer al comienzo de una carrera literaria: sin suficiente autocrítica, diciendo en cuatro frases lo que se puede decir en una…» Coincido con ellos en que no hay que escribir para hacerse famoso o tener dinero. Para hacerse famoso está Youtube y para el dinero hay que planear el bestseller con una buena estrategia comercial. Nada qué ver con la literatura.

Raquel Castro coincide pero sugiere matices:

Creo que meterlos en un mismo costal no está chido. Es como si quisiéramos opinar sobre todos los escritores o todos los planetas o… Sí, tienen cosas en común, pero hay asegunes (mi favorita es Ale Arévalo http://bit.ly/238MZqS). Los booktubers que se diversifican en sus lecturas son chidos y sí están tendiendo puentes. Y de eso se trata, digo yo.

Alberto me sonó a manual. Como que buscó información sobre «quiero publicar, qué hago», se la aprendió y la recitó. Raiza me sonó más honesta y con consejos más «vivenciales». Pero igual son apreciaciones, no sé. En todo caso, aunque se quedaron muy por encimita, creo que dijeron cosas muy sensatas: publicar no es fácil, escribir por gusto es más chido que escribir por fama y dinero, autocensurarse porque siente uno que no está «al nivel» está pinche. Lo único que matizaría yo sería la parte de entregar los textos sin revisión, brrr.

 

El síndrome Zelic o perder el miedo a escribir

En coautoría con otra celebridad de YouTube, Sebastián Arango, y con la promesa de publicación, Raiza sí pasó del primer capítulo y terminó la novela Zelic (Planeta, 2015), la primera parte (¿adivinan?) de una saga.

Pocas semanas después de su lanzamiento, en noviembre de 2015, cientos de jóvenes hacían fila en la FIL para que Raiza les firmara Zelic. Algunos se quejaban: ¡se habían agotado los ejemplares disponibles en el stand!

Sebastián Arango y Raiza booktubers
Sebastián Arango y Raiza Revelles.

Estrellas de rock (aquí algo al respecto). Publicar y firmar tu propio libro y no cualquier otro. Es una costumbre entre muchos booktubers autografiar libros que no escribieron (ni siquiera es necesario que los hayan recomendado).

La fórmula de escribir a cuatro manos e incluso el video en el que Raiza y Alberto comparten sus anécdotas como escritores tiene escuela: Javier Ruescas. 

Es un booktuber que primero fue escritor y ahora es también una fábrica de hacer libros: desde 2009 ha publicado 15, incluidas cuatro trilogías. A Verónica Murguía le tomó diez años escribir Loba, novela ganadora del Premio Gran Angular de SM España. La industria editorial del espectáculo es la de la mesa de novedades. Publicar, publicar, publicar.

Lo de Javier Ruescas es también un proyecto de promoción de escritura, no un video o una anécdota aislada. Su propuesta me parece valiosa porque llega a miles de jóvenes que quieren escribir e insiste, sí, que no es fácil y que hay que entrenarse (con él, por ejemplo, que tiene una escuela: http://www.escribeunahistoria.com).

Escribir es cerrar el círculo que se abre cuando uno empieza a leer. En su Gramática de la fantasía, Gianni Rodari dio cátedra al respecto. Escribir es estimulante y catártico para los lectores.

Pero publicar un libro es otra cosa.

Opina José Antonio Sánchez Cetina, ganador del Premio Gran Angular México 2014:

Me incomoda un poco que se hable en los videos de «escribí un libro», «quiero escribir un libro» o «cómo publicar un libro» porque es entender de manera muy limitada el ejercicio de la escritura.
 
En una historia importa muchísimo qué camino tomamos y, sobre todo, hacia dónde queremos llegar. Y si lo que se quiere es llegar a un libro como objeto con pastas, lomo y epígrafe que pueda encontrarse en una librería popular, dejamos a la historia en un segundo término muy peligroso. Pero una buena historia siempre antecede al libro, nunca a la inversa.
 
Leer mucho no necesariamente conduce a escribir, del mismo modo que escuchar mucha música no te vuelve un maestro en el trombón. Cierto es que estar rodeado de historias apuntala la creatividad y la imaginación. No es menos cierto que leer mejora la manera en que pensamos, percibimos y leemos al propio mundo. Pero leer y escribir son dos ejercicios diferentes y, aunque practicarlos mejora la incursión en uno o en otro, no debe asumirse que la destreza en uno será la misma que en el otro.

¡Es culpa de los editores!

En el video «5 cosas que ODIO de Zelic», buena propaganda «autocrítica» de la novela, Alberto Villarreal se queja con Raiza y Sebastián de algunos errores del libro. No le gusta la portada y le parece que el vocabulario es pobre (Alberto es de los booktubers con menos pelos en la lengua).

Sebastián y Raiza admiten no haber tenido mucho tiempo para releer y buscar sinónimos y se disculpan por las erratas, pero prometen tener más cuidado en su próximo libro: «¡Pero para nuestros siguientes libros tendremos un diccionario de sinónimo en nuestra mano!», dice Raiza, y mandan al frente a los editores.

Dice Sebastián: «Es raro porque los dos errores que ya nos has dicho ni siquiera han sido errores nuestros (…) creo que hubo un problema con el filtro de calidad. La verdad nosotros hicimos el trabajo de escribirlo… en el escrito que nosotros enviamos (…) al parecer no le hicieron muchas mejoras, de hecho creo que lo dejaron tal y como lo mandamos (risita cínica), entonces pues por eso hay como varios errores como de escritura y así».

En el lenguaje de Sebastián salen el rockstar y el empresario: «nosotros hicimos el trabajo de escribirlo», «un problema con el filtro de calidad». La arrogancia y el libro-producto en primera línea. Aunque también cierto sentido de realidad: ¿Y los editores, dónde están? ¿qué dicen? Pedí una entrevista con alguno de ellos en Planeta pero me ofrecieron hablar con la directora de Comunicación. Ante la escasez de editores en la industria editorial del espectáculo, la proliferación de publirrelacionistas que digan que está «padrísimo lo que están haciendo estos chavos». 

Incluso, se sabe que algunas editoriales ofrecen a los youtubers «escribirles el libro» y que ellos solamente den el visto bueno (un poco a la James Patterson, quien ha admitido que contrata a otros escritores para que desarrollen las historias que se le ocurren). No parece ser el caso, pero cuando Sebastián culpa a los editores-filtro-de-calidad sabe que es parte de un sistema en el que el talento es opcional, una marca registrada en un sistema de producción.

Javier Ruescas FIL
Presentación del libro «El (sin) sentido del amor» de Javier Ruescas en la FIL.

Los consejos siguen y son consistentes con el primer video de Raiza: no releas, no trabajes demasiado, ¡no hay tiempo!

«Sí, nos hubiera gustado meter más palabras diferentes… Lo que pasa es que cuando lo escribes de un solo tirón muchas veces no te das cuenta o pones otros pedazos que ya tenías en otro lado…», sigue explicando Raiza.

Si el primer video que compartí aquí podía tener algo de espontáneo, este me parece, más bien, cínico:

Raiza afirma que el libro está por agotarse y reimprimirse. Planeta me confirmó que sólo se han vendido 800 ejemplares (no pudieron revelarme el tiraje, pero dos expertos consultados coincidieron que podría ser de unos 20 mil ejemplares). El comentario de Raiza es una técnica más para vender, construye opinión sin fundamentos.Viejo artilugio publicitario: «Llévelo antes de que se agote», «El libro que ha vendido millones de ejemplares», «La mejor historia de suspenso de la década». Frases huecas, que hacen eco.

Falta de autocrítica y libros fáciles

¿Podría ser distinto este fenómeno?

Me parece positivo mostrar que no es un privilegio de unos pocos publicar, pero admitir que ni siquiera se releyó la obra confiando en que el editor le echaría una manita de gato es cinismo, es show, es el libro que vale porque es un objeto para que compren los fans y se acerquen en la presentación a tomarse una selfie. 

La autocrítica es una carencia del movimiento booktube y de la industria editorial. El tipo de libros de moda entre muchos jóvenes (novelas fáciles y rápidas, con mucha acción, romance y fin del mundo y una segunda y tercera y cuarta parte -para justificar los cabos sueltos), ahora es también el tipo de libros que producen. (No poesía, no ensayo, casi nada de cuento.)

¿Se lo preguntan los booktubers? ¿Intentan tener una mirada crítica sobre su menú de lecturas? ¿Sobre el poder de opinión que tienen y cómo las editoriales toman ventaja? ¿O es que importa poco reflexionar cuando eres joven, te ofrecen un adelanto de regalías de por lo menos 100 mil pesos y tienes poco tiempo y una larga fila de fanáticos que quieren la foto?

Quisiera saber su opinión. Pero es sumamente difícil contactar a los booktubers famosos. Solamente Alberto Villarreal ha mostrado interés pero no hemos podido concretar la entrevista. En un correo que envíe a cerca de 20 booktubers más accesibles, sólo una me respondió.
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Muchos de los más reconocidos escritores en México contestaron mi correo el mismo día que les escribí. Más que falta de humildad, todo esto me hace cuestionar la capacidad de profundizar de algunos booktubers, de su falta de interés por entender el papel que juegan en la LIJ.
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El fenómeno, sin embargo, no deja de asombrarme. Cuando Alberto dice que para escribir agarra su coche, se va a un café, escucha música ambiental, como el playlist «Concentración indie rock» o ve fotos de tumblr para inspirarse, uno escucha un testimonio generacional sobre las formas de consumir y producir cultura: con etiquetas que dicen: «Manual para escribir y salir de los bloqueos de escritor».

No es mi intención juzgarlo como algo negativo, tomo nota, me llama la atención. De hecho, también comparto un cierto entusiasmo del que habla Andrés Acosta después de ver el primer video:

Los libros son culpables de generar entusiasmo entre los lectores. Algunos libros nos llevan a otros libros; algunos libros nos llevan a escribir y a convertirnos en escritores. Pienso que lo único que no se puede perder es el entusiasmo. Cuando somos jóvenes tenemos esa ventaja, y hay que aprovecharla. Con el tiempo ganaremos experiencia, y habrá que explotarla al máximo.
 ¿Sucederá? ¿Sobrevivirá Zelic? Tal vez esa sea la mayor prueba. Dice Abril G. Karera, la única booktuber que me respondió:
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No he tenido la oportunidad de leer los libros que han publicado (los booktubers), aunque sí tengo ganas. Sin ahondar sobre las intenciones por las cuales publicaron, eso ya será cosa de ellos; me parece genial que booktube también funcione como una ventana de oportunidades para hacer algo que todo lector (o la mayoría) desea hacer: publicar un libro. No creo que sea algo que le ocurra a cualquiera. Finalmente los libros serán juzgados y sólo el tiempo dirá si merecían o no la pena.

Coincide con la opinión de Jaime Alfonso Sandoval:

Para publicar un libro no necesitas diplomas ni credenciales, se puede llegar por muchas vías: académica, lectora, un concurso regional o nacional, ser booktuber, entrar a un taller, la autopublicación. Pero a partir de que el libro existe, se abre otra lucha: el juicio. Los lectores te juzgarán y tendrás que demostrar que mereces estar ahí con talento, vocación y mucha necedad.

El primer capítulo de Zelic empieza así: Tenía que seguir corriendo. Era lo único en lo que podía pensar mientras mis pulmones se llenaban de flamas y la adrenalina recorría mi cuerpo.

Suena familiar. Y parece una metáfora del propio movimiento y de la industria: seguir corriendo, pura acción. Ojalá que Sebastián y Raiza y los editores se tomen el tiempo de releer la segunda parte de su saga antes de publicarla.

¿Y es buena Zelic? Es pirotécnica. Difícil de seguir por la urgencia de que pasen cosas y explicarlas después (o nunca o en la segunda parte, claro).

En el primer video, Alberto Villarreal decía que calculaba que este mes saldría su novela. ¿Saldrá? En cualquier caso, si es el inicio de una carrera como escritor, lo mismo que para Raiza y Sebastián, ojalá que sea más trascendente que espectacular, y que sepan decir «no» a los editores que buscan hacer productos, no libros, no literatura.

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