Uy, qué animalitos tan tiernos. Qué lindo el papel. ¡Cuántos colores! Qué hermosas ilustraciones. ¿Tiene sonido? ¿A ver…? ¡Muuuu! ¿Se desarma? ¡Qué suave textura! ¿Es libro o muñeco de peluche? ¿Brilla en la oscuridad?

¡Qué comiencen los fuegos artificiales! Vamos a hacer libros para bebés. ¿En serio?

Hace unas semanas, cuando hablé de «el bebé que fuimos«, el especialista Evelio Cabrejo destacaba la importancia de leerle a los bebés. No solo por lo que detona y alivia en ellos, también porque al hacerlo le leemos al bebé que fuimos y despertamos ese primer instinto de supervivencia y entrada al mundo que compartimos todos.

Pero, ¿qué leerles?

¡Cualquier cosa! Total, son bebés. ¿Ellos qué saben si un libro es bueno? Basta que se pueda morder.

patito util
«Tener un patito es útil», Isol.

 

Sí, en parte es cierto. Compartir el momento de lectura es lo que primero interesa a bebés y niños. No importa si es una revista de espectáculos o «Tener un patito es útil» de Isol. Quieren lectura porque quieren contacto amoroso. Y para explorar el objeto libro, cualquier propuesta que puedan sostener y aventar, mirar y abrazar, satisfará su deseo.

Pero desde un punto de vista simbólico, formativo y de la calidad y trascendencia de la experiencia, elegir un buen libro es el principio del gesto amoroso y hace diferencias, no solo para el bebé, otra vez, también para el adulto que le lee.

«Los buenos libros (para bebés) detonan una serie de interacciones, miradas compartidas, juegos que son sumamente importantes para el devenir de la capacidad lectora y para la riqueza de los vínculos en sí mismos», dice la experta en el tema María Emilia López.

Los libros para bebés no deberían valorarse, entonces, en función de qué tantas texturas, colores y caritas tiernas despliegan. Muchas veces estos recursos son una pirotecnia fácil que busca atraer a los padres y corresponder con la imagen convenida y acaramelada de la primera infancia. Pero, ¿al bebé le importa una jirafita boba con babero y sonaja?

Importa, dijimos, la experiencia compartida y hay libros que, más allá de la pirotecnia o prescindiendo de ella, respetan la inteligencia del bebé, proponen historias desde el humor, cuentan y construyen, estimulan, invitan a empezar un juego. Y la prueba de fuego: le gustan y sorprenden al adulto también.

Hacer libros para bebés no es hacer libros facilitos.

a comer
«¡A comer!», Lucía Serrano.

 

DOS EXPERIENCIAS…

Vale la pena diferenciar dos experiencias distintas de lectura a bebés: aquella de libros que no fueron pensados para que ellos mismos los manipulen, que contienen historias más largas, como las que se le platican al bebé desde que está en el vientre materno.

Y otra: la de los libros que además de ser puente con los adultos, servirán para construir ese momento íntimo de la lectura, ese mundo personal de nuevos colores e historias, los libros que el bebé puede morder, abrazar, aventar, leer y releer, con alguien más o solo.

Aquí algunos ejemplos, para ambas experiencias, de libros que revelan artificio no pirotecnia.


SI EL BEBÉ QUIERE UN MOMENTO A SOLAS CON SU LIBRO:

 

tapaTener un patito es útil, Isol

Esta propuesta es de esas narrativas inteligentes que invierten el orden común y renuevan la mirada sobre los bebés y su universo. Ya no es solo «vamos a dormir» o «qué bonito es el bebé» o «mamá quiere a su bebé». Aquí, hay originalidad, complejidad, sorpresa y humor. Un típico patito puede ser un juguete útil para un nene… o al revés: un nene puede ser un juguete… Una joya. 

 

 

 

portada-jim-boton-medio-dragon-nepomucenoJim Botón, Michael Ende y Mathias Weber

Una serie de libros para que los bebés muerdan, babeen y disfruten la prosa de uno de los más grandes escritores de literatura fantástica. Conozcan a Jim, la isla a la que llegará misteriosamente y los amigos con los que formará su hogar. Una lograda apuesta por adaptar para los primeros lectores el universo de un autor mayor.

 

 

 

yipoYipo, Juan Gedovius

¿Dónde empieza y dónde termina este cordel? Gira y da vueltas y vueltas y cuando termina vuelve a empezar. Un libro circuito en el que hilo a hilo se va enlazando un catálogo de monstruos torpes, despistados y curiosos. La expresividad en los personajes de Gedovius enternece, atrapa y hace reír. Una novedad editorial que habla a los lectores más pequeños en su lenguaje, uno que todavía no tiene palabras pero sí muchas historias e instrumentos.

 

 

Toto el mono, Mónica López y Miltontoto

Unas patitas se asoman por el borde del libro. Son las de Toto que juega a esconderse por toda la selva. Su mamá lo busca, sigue sus pasos mojados y sus huellas entre los pastos, hasta que lo encuentra. Un libro para jugar a esconderse y una historia, rimada con mucha gracia, que cumple lo que promete. Una carencia común en los libros para bebés son las historias truncadas. Pareciera que basta empezar a contar algo. No importa si no termina, si el personaje no llega a ningún sitio, mientras haya textura y color…  No es el afortunado caso de Toto. Las ilustraciones sencillas aumentan la simpatía por Toto y potencian su carácter juguetón.

 

a comer¡A comer!, Lucía Serrano

Se arrastra y se arrastra y come lo que encuentra a su paso. La lombriz tiene un hambre feroz como de bebé recién nacido. Busca, avanza y se transforma. Su desplazamiento por el cuarto marca el ritmo de la historia, y los objetos a su alrededor son un menú de posibilidades para jugar a elegir, a encontrar y ¡a comer! La continuidad en una historia así se construye con las formas. Lo que se traga la lombriz reaparece claramente dentro de ella como una figura geométrica familiar, que nos hace sonreír y reconocer que hay un antes y un después. Y así, lo que parece solo el cuento de una gran comilona es, en realidad, un aprendizaje profundo sobre el tiempo en las historias (¿y en la vida?). Nada es simple, aunque sea sencillo, en un buen libro para bebés. El guiño final del libro dentro del libro (la lombriz se come un librito igual al que tenemos en las manos), es una apuesta mayor: vincula la experiencia de la lectura con la realidad. Metaficción para bebés.

 

SI EL BEBÉ QUIERE QUE LE PASEN LAS PÁGINAS

 

oh¡OH!, Josse Goffin

Abrir y cerrar. Si ya hay clásicos para primeros lectores, este es uno. Otra propuesta que utiliza el juego de ser y parecer presentando personajes u objetos que al desplegar la página resultan algo muy distinto. Pero uno a uno los animales y objetos que aparecen, reaparecen para que el libro avance, y cuentan, sin palabras, su propia historia. El final circular anima a empezar otra vez. Cada página dentro de «¡Oh!» es un pequeño libro que se abre y se cierra, como el asombro del bebé que va a descubrirlo todo.

 

 

Ernestina la gallinaErnestina la gallina, Yolanda Reyes y Aitana Carrasco.

En el mismo tono del libro anterior, de entrecruzamientos y concatenación de personajes, aquí cada cosa encuentra su lugar y su alimento. En el caos de una cocina mágica, animales y granos de arroz brincan entre verduras y rimas que invitan a quedarse a mirar a detalle. Cada página esconde tantos elementos y las palabras juegan tanto que parece un laberinto o un divertido trabalenguas. 

 

 

porENCONTREEncontré un…, María Baranda y Cecilia Varela

Curiosa, curiosa, esta niña se irá muy lejos, y lejos recordará para qué volver. La colección “Cuéntamelo otra vez” de Editorial 3 abejas, explora, con imágenes complejas y textos arriesgados, esa necesidad lectora de los más pequeños de compartir una y otra vez la misma historia. María Baranda construye a un personaje dulce y valiente que explora con los ojos grandes y ávidos que le ha puesto Cecilia Varela.

 

 

 

Imagen de portada tomada de «Yipo» de Juan Gedovius.

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