Una mirada a la poesía para niños y jóvenes publicada en Iberoamérica en el último trienio. Investigación realizada para el III Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, CILELIJ, México 2016. 

Ilustración de Miren Asain Lora.

El tercer día del CILELIJ, el jueves 17 de noviembre de 2016, en el Teatro Julio Castillo, presenté una versión abreviada de la ponencia que comparto a continuación. Un texto que intenta responder a la solicitud del comité académico del congreso de preparar un panorama de la poesía para niños y jóvenes publicada en el período 2013-2016. «Tendencias, aportes notables, obras y creadores significativos. Entre las formas clásicas y la búsqueda contemporánea, entre los motivos tradicionales y la apertura a temas novedosos».

Realizar este trabajo fue tan fascinante que decidí solicitar dos becas de investigación (que afortunadamente obtuve) para continuarlo.

La primera es la que otorga la Biblioteca Internacional de la Juventud (International Jugendbibliothek) en Múnich. La segunda fue una invitación del profesor Pedro C. Cerrillo, quien respaldó mi candidatura al programa de Ayudas para estancias de investigadores invitados en la Universidad de Castilla-La Mancha, UCLM. Llevaré a cabo ambas estancias, de dos meses cada una, entre junio y noviembre de este año.

Mi objetivo es dar continuidad a este estudio, pero enfocarme esta vez en la producción de poesía no rimada. Este territorio me interesa más y me parece que está menos estudiado en nuestra región. Con los resultados obtenidos me gustaría publicar un libro, con un ensayo crítico y una antología, que proponga un acercamiento a esa otra música posible.

He aquí, entonces, mi versión extendida de la ponencia y el principio de esta búsqueda:

 

Ilustración de Adolfo Serra.

  

Dentro de una nuez: Tres reflejos de la poesía del trienio (2023-2016) y una pregunta

Pregunta Nicanor Parra en un poema: ¿Es más real el agua de la fuente / O la muchacha que se mira en ella?

Así de breve, la duda estuvo conmigo muchos días, repitiéndose: ¿Es más real el agua de la fuente / O la muchacha que se mira en ella

Parecía una variante de la antigua Alegoría de la caverna de Platón: ¿vemos las sombras de la realidad o la realidad? Pero no intenté responderla, ni descifrar la intención de Parra, disfruté la pregunta y su repetición en mi cabeza. Dice João Manuel Ribeiro que al leer poesía se encuentran dos misterios: el misterio del que escribe y el misterio del que lee (2013). Desde ese lugar, el lugar entre dos misterios, me dirijo a ustedes, porque la poesía debe hallarse mejor entre las sombras que bajo la luz de un reflector que ilumine todo sin matices.

¿Cuál poesía? La que se produjo en Iberoamérica en el último trienio y un poco más, de enero de 2013 a agosto de 2016.

Tres ejes, tres grupos preguntas, para empezar mi búsqueda. Fuente, agua y reflejo. Primero, la fuente, los países: ¿dónde me asomo? ¿dónde está la poesía? Segundo: el agua, los estilos, los tipos de poesía: ¿cómo es? ¿tradicional, clásica, rimada, no rimada, experimental? Y tercero, el reflejo, los temas, los símbolos: ¿qué dice de nosotros? ¿a dónde nos conduce? ¿en cuáles poemas nos quedamos más tiempo?

Decido organizar la charla y mi muestra de la producción de libros guiado por el segundo criterio. Tiro una piedra al agua de la fuente y se forma un círculo, una onda. En el centro, los libros de poesía lírica tradicional. De los 163 libros que leí y releí en cinco meses, lo que más encontré fueron versos rimados y poesía de tradición oral: arrullos, coplas, retahílas, adivinanzas. Y al centro, en producción de poesía en general: Argentina, México y España.

Luego, más o menos cerca del centro, libros de autores clásicos ilustrados y las antologías. También ahí, en producción de poesía en general, Chile y Brasil.

Y finalmente, en los bordes, el verso libre, el cruce de formatos y géneros. Y allí también, al margen de mi muestra: Portugal, Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Bolivia y Uruguay.

Todo ello, claro, en relación a mi muestra particular, al acceso que pude tener a los títulos, a algunos filtros de premios que utilicé como criterio, listas de libros recomendados y hasta a la disposición de los editores de mandarme archivos digitales de sus libros.

¿Es más real lo que hay allá afuera, en otras aguas y fuentes, que lo que yo voy a decirles? No lo sé. Esta conferencia es un reflejo. Me asomé a la fuente y esto fue lo que vi.

Ilustración de Adolfo Serra

1. AL CENTRO: RIMA Y LÍRICA TRADICIONAL

Pregunta la escritora panameña Ester María Osses: ¿De dónde la rosa, / la rosa bermeja? / ¿De dónde ese rojo, / semillita negra? // —Un poco de luna, / de sol y de viento. / Un poco de lluvia. / Lo demás… secreto.

No extraña que la lírica de tradición popular infantil y la poesía rimada ocupen un lugar central de mi muestra. Por un lado, sabemos que, si hubiéramos de rastrear algunos de los orígenes de la literatura, encontraríamos los poemas épicos. Es verdad que estos podrían considerarse más narrativa que poesía como la entendemos hoy, pero su vocación versificada y musical -orquestada mediante la rima, el ritmo y la métrica- hace innegable el parentesco. Por otro lado, la lírica de tradición oral infantil está en el origen también, no ya de la cultura escrita de la humanidad en general, si no de la particular llegada al mundo del niño y niña actual. Es decir: entramos al lenguaje a través de lírica tradicional infantil. Quizá por eso nos continúan convocando, y cuando un editor de libros, un lector o un poeta piensa en poesía para niños viene a su mente alguna rima. 

Quizá por eso haya en una parte de la publicación actual de poesía una saturación del verso rimado alrededor de los mismos temas, incluso de las mismas metáforas, con un ritmo monótono, predecible, que desgasta al género y puede empalagar a los lectores. Recuerda Mercedes Calvo en su reciente libro Tomar la palabra. La poesía en la escuela (FCE, 2015), que no todo poema es poesía, que “la poesía está en la mirada”, “la poesía es creación”, “la poesía es más que lenguaje”. Desde ese punto de vista, coleccionar consonancias o asonancias y contar sílabas es insuficiente para hacer poesía.

Pero hay publicaciones que renuevan esta zona primaria de la poesía al acercarse con la atención, el estudio y la destreza que requiere una obra de arte.

Tal es el caso de Apapachaditos… un arrullo de juegos, una obra de arte popular, un libro-disco que revitaliza el género de las canciones, los cuentos cortos, las coplas, las nanas, las retahílas, para jugar, para ir a dormir, para empezar a nombrar y a nombrarse. Una propuesta verdaderamente polifónica, un todo armónico, que igual recuerda la fábula musical de Prokofiev, Pedro y el lobo, con sus arreglos para orquesta de flauta traversa, clarinete, violines y contrabajo, que a la alegría rimada y sugerente de María Elena Walsh. o a una ronda acompañada con palmas y entonaciones afrocaribeñas que harán que los bebés dejen la cuna para dar sus primeros pasos de baile.

Interpretado por el grupo Abriendo Rondas, con narraciones orales de invitados como María Teresa Andruetto y Lilia Lardone, ilustrado por “El Esperpento” y producido en complicidad con Ediciones La Terraza en 2015, la propuesta también es renovadora desde el punto de vista del mercado editorial: fue financiado en una plataforma de recaudación de fondos por internet, por más de 500 donantes, y el material completo se puede solicitar a Ediciones La Terraza de manera gratuita en formato digital.

Recuerda María Emilia López que la poesía llega a los niños a través de las canciones. Muy pocos, en sus primeros años de vida, acceden a la poesía en sí misma. «La relación entre la canción y la poesía puede pensarse como un lugar de investigación, de creación”, dice López en una entrevista realizada para esta investigación. Bien nombraban los aztecas la «poesía» con el binomio -difrasismo- «flor y canto».

Otro proyecto musical destacable que, precisamente, promueve un acercamiento creativo a lo poético y una actualización de la lírica de tradición popular, es el del grupo mexicano de música norteña y literatura, Libro Abierto. Ellos funden dos largas tradiciones. Una de ellas, la de la música popular, sobre todo el corrido norteño, con sus ecos a la épica o a los cantares de gesta, y otra más vinculada con la cultura escrita y la literatura clásica, en particular el cuento de hadas, el teatro o la novela, pues igual hacen un corrido de Caperucita que de Don Quijote, Romeo y Julieta o Drácula.

Como los nuevos creadores que son no buscan fidelidad alguna a los originales, abrevan de otras versiones que se han hecho de estas obras en soportes audiovisuales, como cuando cantan «El corrido de Pinocho» y mandan saludos a «Pepe Grillo», adaptación libre del «Grillo Parlante» que hicieran los estudios Disney en su versión animada para cine. Pero por lo que me parecen notables es porque no son sólo ingeniosos, sus composiciones respetan la métrica del corrido y su sentido del humor inteligente subvierte el tono clásico. Es decir: ¡saben hacer corridos! El Patito Feo, Blanca Nieves, el Flautista de Hamelin y Pinocho cobran nueva vida. Escuchemos: 

El corrido de Pinocho (escúchalo aquí)

Un carpintero llamado Gepetto,
solo y sin hijos estaba ya viejo,
se construyó de madera un muñeco
para que fuera su fiel compañero.

Sólo pensaba y soñaba anhelante
tener un hijo sangre de su sangre,
mirando el títere ya delirante
con esperanza rezó al acostarse.

Y pidió, al hada azul un deseo,
que le diera vida al querido muñeco
para hacerlo su heredero
para amarlo y protegerlo,
y que fuera como un niño verdadero…

También en este trienio, y para continuar con música, llamó mi atención la frescura del Dúo Karma en Argentina; el regreso de la serie televisiva chilena 31 minutos, con nuevas canciones originales llenas de referencias intertextuales o en clave de parodia, como la que recrea la fábula de la tortuga y la libre, titulada «Mundo interior«; y el disco Quiensabe de Guillo Bonaparte, Ceci Raspo y Mariano Medina con poemas y muchas preguntas de Laura Devetach:  ¿Por qué si la “h” es muda, está en la palabra hablar? ¿Se marchitan las flores dibujadas? ¿La hormiga, que pasa con su hoja como un barco a vela, sabrá que soy una persona? Quién sabe.

Todos me parecen proyectos ejemplares en un medio en el que los libros disco para primeros lectores, o la música para niños, suele repetir un mismo tipo pistas de baja calidad musical, grabadas con sintetizadores que reproducen el sonido los instrumentos, como si los niños no notaran la diferencia o les fuera suficiente escuchar instrumentos simulados.

La invitación siempre que cantamos, a improvisar versos, a cambiar palabras, inventar rimas, es natural en este género. Ese espíritu de inventiva me conduce a otra zona de la producción que revisé que consigue salirse de los moldes desgastados de la lírica de tradición popular.

Un simple cambio de perspectiva, dice Gianni Rodari en su Gramática de la fantasía, renueva el interés. Como en aquella Canción de cuna para dormir a un colectivo (un autobús) de Elsa Bornemann o en la Nana para dormir a un vampiro de Carmen Gil.

Así lo explora también Mar Benegas en su singular libro Con el ojo de la i (A buen paso, 2015), ilustrado por Olga Capdevila. Desde la primera página nos subimos a un tren cuyo traqueteo nos hará cosquillas y nos levantará del asiento. Mar quiere que se nos enrede la lengua, que resolvamos escrituras en clave, que inventemos poemas con la letra “a” y hasta que filosofemos en la filosovía. ¿Quién soy, quién soy yo?, / ¿seré una idea infinita / que alguien un día soñó?, / ¿seré un túnel en el tiempo? / ¿o seré flecha veloz? / Esas dudas sin respuesta / salen del primer vagón.

Sus creativas variaciones, que incluso incluyen caligramas o poesía visual, no descuidan la belleza y la ocurrencia de los versos, siempre con buen ritmo y métrica perfecta. Lo mismo podría decirse de la poesía de Pedro Mañas, que en su libro Trastario (Kalandraka, 2016) hace hablar a los objetos más domésticos: «Tic-tac.» / (Susurraba él.) / «Toc-toc.» / (Susurró la otra.) / Él le regaló un minuto. / Ella suspiró una gota. / Se ha enamorado el reloj / de la cañería rota.

Un cambio de perspectiva, un punto de vista original. O también: establecer un diálogo intertextual, es decir, apropiarse de un poema conocido y reescribirlo como hace Ramón Suárez Caamal en su propia versión terrorífica del juego: “A la víbora de la mar”, incluido en el libro Historias del niño invisible (Nave de Papel, 2016): La Víbora de la Mar / no asusta a los niños. / Sólo a los de atrás. / Y ése de atrás soy yo / que como siempre / llego tarde a la escuela. // Víbora de la Mar, / colmillos de candela, / rosca sin canela, / ojos sin cerrar: / ¿Me dejarás pasar?

También en la búsqueda de un tono de terror, Un auto en dirección hacia de David Wapner y Juan Soto (Ediciones Del Eclipse, 2014), propone un giro a la estructura típica de una retahíla para narrar el inevitable avance de un auto fantasma hacia los lectores. Las ilustraciones que la acompañan resultan también un elemento renovador del género, pues ya no se trata solamente de escuchar y ver como suenan las palabras, sino también de escuchar y ver como suenan las ilustraciones. Otro claro ejemplo de ello es la retahíla dibujada y escrita por el colombiano Dipacho en Viernes verdes (Lumen, 2015).

El cambio de perspectiva también es notorio en la reescritura del trabalenguas “Tres tristes tigres” que hace, otra vez, Ramón Suárez Caamal [1] en su libro Jugar (Nave de Papel, 2014):

Tres tristes tigres magníficos y mansos / tienen el oro de los trigales en la piel / y la sombra de los troncos de la selva. / Los tres triscan las trenzas doradas / de las espigas. Los tres caminan atribulados. / ¿En dónde estriba la razón de su tristeza? / Tres tristes tigres mansos, magníficos / se arrastran en tres palabras, / tres, que nos traban la lengua. / En las espigas llora el rocío, / Los trigales el cierzo dobla. / Tronos del trueno tragan sus lágrimas. / Tristes tigres, tres, para que no sollocen / pintaré en la cara de la luna la sonrisa / de un payaso. Luego les haré cosquillas / en el lomo y las orejas, con espigas; / les confiaré que las nubes son plumas / del ganso gordo del sol de las tardes. / Tigres, no tristes, en el lecho de los trigales.

Igualmente, Benegas y Mañas, en sus libros mencionados antes, se apropian de este trabalenguas y lo reescriben para abrir nuevas preguntas: Tres tristes tigres, / tras tanto trigar trigo, / treparon y trotaron troncos. / Trapecistas tragones, / tristes tigres traumatizados / de atravesar trigales / toda su triste vida, dice Benegas. Mientras que Mañas da voz a tres tristes trastos: Tres tristes trastos / me taladran la sesera. / Trina que trina que trina: / tostador, timbre y tetera.

Todos estos procedimientos de reescritura son disfrutados en especial por niños y jóvenes, quienes ven estimulado su propio instinto creativo con especial devoción a los experimentos.

Dos aportaciones valiosas a la lírica tradicional y a la no muy frecuente investigación sobre el tema este trienio son los libros Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón (FCE, 2014) de la especialista mexicana María Teresa Miaja de la Peña, con 1001 adivinanzas y 51 acertijos de pilón, y un atractivo análisis de la adivinanza como género literario que abunda en sus aspectos poéticos, recursos estilísticos y retóricos y funciones lúdicas, dialógicas y didácticas; y Pisa pisuela color de ciruela (Lugar editorial, 2013) de la especialista argentina Susana Itzcovich, que ofrece un catálogo de casi todas las formas tradicionales de la lírica para niños sin menospreciar a los chistes, los colmos, los tantanes y hasta las obritas de teatro (Primer acto, segundo acto, tercer acto), con un comentario crítico que cierra toda la obra.[3]

Y para cerrar también este bloque algunas menciones de libros que aportan nuevas miradas y recursos para seguir disfrutando de la rima y la lírica tradicional infantil: Las Onomatobellas (FOEM, 2016) de Ruth Kaufmann, Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2015 en la categoría de poesía para niños, en el que las onomatopeyas van de la imitación sonora de aquello que designan a la encarnación de un personaje con sonido e historia propios; esa especie de arrullo ilustrado y bellísimo Duerme, niño, duerme (Ekaré, 2014) de Laura Herrera y July Macuada; el enigmático personaje de Beatriz Giménez de Ory Bululú (Kalandraka, 2013), y sus tres títeres mágicos, y esos otros títeres que nos miran fijamente en Mundinovi de Juan Carlos Martín Ramos y Federico Delicado (Kalandraka, 2016); también de Mar Benegas, el libro de haikús, Abecedario del cuerpo imaginado (A buen paso, 2013), el inventario de extrañamientos de Los helados invisibles y otras rarezas de Antonio Orlando Rodríguez (SM, 2014);  esa maravillosa nave Zarpa el circo de Coral Bracho y Vicente Rojo (Ediciones Era y Colegio Nacional, 2015) y otro rescate de la cultura popular: los originales refranes bordados de No des puntada sin hilo de Manuel Peña Muñoz y Maureen Chadwick (Amanuta, 2015).

 

2. CERCA DEL CENTRO: CLÁSICOS ILUSTRADOS Y ANTOLOGÍAS

Y continúa Pablo Neruda con las preguntas: Dónde está el centro del mar? / por qué no van allí las olas? Imagino… intento responder con otra pregunta (dicen que esto es lo que hace la poesía): ¿No será que cada ola es un mar? ¿un mar que intenta ir siempre a su centro?

Del centro hacia la orilla un repaso breve de libros que recuperan a autores clásicos como Algunas preguntas de Pablo Neruda, publicado por la editorial chilena Pehuén y la argentina Ojoreja en 2015, e ilustrado por Fito Holloway o, también de Pehuén y con el mismo ilustrador, Reino Animal de Gabriela Mistral. Y también de Mistral, Poemas de las madres (Quilombo Ediciones, 2015), un rescate editorial acompañado de las delicadas ilustraciones de Cecilia Alfonso Esteves.

Aunque la lectura por prescripción escolar de antologías y clásicos haya sido muchas veces contraproducente, pues no a todos los niños y jóvenes les gusta repetir como autómatas Los motivos del lobo o Los zapaticos de color de rosa, las ediciones que circulan hoy que, según vi en mi muestra, van en aumento, han ganado popularidad y dan la revancha.

Sobre todo porque muchos editores se plantean no sólo reeditar un Premio Nobel, sino extender y desdoblar sus poemas a través de la ilustración. Coautorías de escritor e ilustrador que actualizan los versos y les dan nuevos significados.

Este año en Nicaragua, para conmemorar el siglo del fallecimiento de Rubén Darío, la editorial Libros para niños publicó Sonatina y Los motivos del Lobo con un tono humorístico muy contemporáneo. La princesa de Sonatina no parece necesitar besos de ningún príncipe. Es más, ella termina ahuyentándolo montada en un dragón. Y el santo de Asís en Los motivos del Lobo anda en motocicleta. Pero los versos del padre del modernismo aparecen íntegros en ambos casos, con su preciosismo en el lenguaje y el amplio repertorio de figuras literarias, y eso hace que surja una nueva tensión dramática y una nueva dimensión poética producto de esta relación texto-imagen.

El contraste de esta actualización con un tipo de ilustración libre, con los versos alejandrinos y la desaceleración que el formato de libro ilustrado provoca en el poema, despiertan al lector joven, muchas veces aburrido con el tratamiento solemne que se le da al poeta clásico.

Se trata aquí de una adaptación de la poesía de Darío a libro ilustrado (que no libro álbum, pues el poema conserva su autonomía sin la imagen; ésta, hemos visto, lo haría solamente más accesible, habitable), o incluso una nueva versión.

En España, esta aproximación la reconocemos en Kalandraka con ese inolvidable libro del caballo azul añil en la portada que nos conduce a 12 poemas de García Lorca y 12 poemas-ilustraciones más de Gabriel Pacheco [2], pero también en sus selecciones poéticas de Nicolás Guillén, ilustrada o revisitada por Nelson Villalobos, y Fernando Pessoa, ilustrada o revisitada por Pedro Proença.

En el terreno de las antologías merece especial atención una serie de cinco libros que publicó entre 2013 y 2015 Ediciones Castillo en México. Una nueva apuesta nacida este trienio, coordinada por el especialista Rodolfo Fonseca en colaboración con escritores y editores como Carlos Sánchez Anaya y Monique Zepeda, notable por su impecable selección de autores e ilustradores y por los ejes temáticos que van creciendo, libro a libro, con el lector.

Primero Instrucciones para jugar, poemas sobre el juego y la imaginación en el que conviven igual Edith Vera que María Baranda. Luego Jardín de palabras, antología de haikús de José Juan Tablada y otros poetas latinoamericanos y japoneses que se alterna con las clásicas greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Después: Orquesta poética, poemas con temáticas musicales; Vuelo de voces, un volumen de poesía iberoamericana con máximos representantes de 21 países de nuestra región;

De ese último, aquí una pequeña muestra, del venezolano Vicente Gerbasi. “El leopardo”: El leopardo se refugia en la noche de las grandes hojas / que brillan como fuentes, / hunde en sus huellas escarabajos dormidos, / da vueltas en su furor oscuro / que tiene lumbre en los ojos. / En torno suyo la sombra huele a vegetales de menta, / dispersa luciérnagas entre las lianas. / Los cazadores toman su fiel / y la tienden al viento como una constelación.

Y, finalmente, en esta colección, Estrellas eléctricas, para jóvenes, con poemas vanguardistas de Latinoamérica. En uno de ellos, Vicente Huidobro dice: Y enseñé a cantar a un pájaro de nieve; en otro, Luis Vidales le pone motores de mariposas a las hojas; y en uno más, Gioconda Belli pide una huelga donde vayamos todos / una huelga donde nazca el silencio / para oír los pasos / del tirano que se marcha.

En fondo y forma, encontré con este libro que la época de las vanguardias sigue siendo más innovadora y arriesgada que mucha de la producción de poesía infantil y juvenil actual. En España, la Generación del 27 fue la punta de lanza y el rescate y estudio de su poesía sigue vinculándose con lectores infantiles y juveniles hoy, aunque quizá con menos presencia este trienio. Otro título de Federico García Lorca, adscrito al Grupo del 27, es Dos arbolitos locos poemas y canciones ilustrados por Valeria Cis (Aerolitos, 2015) y dirigido a primeros lectores.

De ese título: Al oído de una muchacha:

No quise. / No quise decirte nada. // Vi en tus ojos / dos arbolitos locos. / De brisa, de risa y de oro. / Se meneaban. / No quise. // No quise decirte nada. 

Y algunas antologías y clásicos más para tomar nota y cerrar este bloque: Tren de lectura de Ekaré Sur, que reúne versos, canciones y poemas de tradición oral de distintas épocas en el que viajan hombro a hombro Antonio Machado, Óscar Jara Azócar, Marisa Vaninni, Beatriz Osés y más; la fantástica Antologia ilustrada da poesia brasileira: para crianças de qualquer idade (Casa de Palavra, 2013) de Adriana Calcanhoto y, también de poetas brasileños, Versos de no sé qué de João Manuel Ribeiro, traducido en Colombia por María del Sol Peralta, (Panamericana Editorial, 2013); El gran cocodrilo de Efraín Huerta, ilustrado por Dr. Alderete (FCE, 2014); y Paisaje de ecos de Octavio Paz (Artes de México, 2015). Y como antologías y aportaciones al estudio y acercamiento a la poesía tres títulos publicados en Cuenca por Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha: Poesía, infancia y educación: El cancionero popular infantil en la escuela 2.0 (2013) de César Sánchez Ortiz, que explora de que maneras, a veces inesperadas, otras producto de actividades escolares, el cancionero tradicional se reinventa y sobrevive, la nueva edición de Escuela y poesía. ¿Y qué hago con el poema?  (2016) de Sergio Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez, que incluye un nuevo recorrido, ampliado y muy completo, de autores de América Latina, con un comentario biográfico y valoraciones críticas; y, en ese tono, pero mirando también a España, Dos orillas y un océano: 25 autores iberoamericanos de poesía para niños y jóvenes (CEPLI, Fundación Cuatrogatos, 2015), también de Andricaín en conjunto con Pedro C. Cerrillo.

 

3. AL MARGEN: VERSO LIBRE Y CRUCE DE GÉNEROS

Y en los márgenes de la onda que miro en el agua, pregunta Juan Lima en Botánica Poética: ¿A ustedes les parece / que un árbol frutal / puede mudarse / al interior de un libro / de poesía?

Finalmente, llegamos a la poesía en verso libre y algunos libros que experimentan con el cruce de formatos y géneros. ¿Es poesía una línea finita de texto distribuida en 32 páginas con ilustraciones? ¿Y una novela escrita a renglón cortado? ¿Un diccionario que define conceptos fantásticos o máquinas imaginarias en prosa?

Dice otra vez Lima: Si la poesía / no se fuera alguna vez / por el lado de los tomates / sólo probaríamos / ensalada de / frutas.

Al tema favorito del jardín y de la naturaleza, le da la vuelta este escritor con su Botánica Poética (Calibroscopio, 2015). Pequeños ensayos en verso sobre distintas plantas que, llenas de injertos, se vuelven especies nuevas con brotes insospechados. Las acompaña un verso metaliterario, escrito entre paréntesis, que hace referencia al propio poeta y acentúa el tono de humor con algún toque de autoparodia. El sentido del humor vuelve a ser aquí un mecanismo de actualización efectivo. Botánica poética dialoga con los Poemas a las hortalizas de Neruda o con aquel poema “Verdejil” del cubano Mariano Brull: perejil periligero / salta­ –sin moverse­– bajo su sombrero, / por la sombra verde, verderil o incluso con los Nombres vegetales de Antonio Rubio: Si una niña se llamase Amapola, / ¿en lugar de cabeza / tendría corola?


En otro jardín, el de Ris ras (Aerolitos, 2015), Roberta Iannamico, también con un lenguaje cotidiano, en total complicidad con el lector, pero proponiendo asociaciones excepcionales, nos acerca a una niña que se despide y se va a tierras mejores: Dije chau / y me fui a vivir a las lechugas / con esas sábanas / el camisón / no vale la pena / suave / rugosa / la lechuga / tierna / fresca / es un hogar / ideal para el verano / verde claro.

Esa voz poética me hace conectar con otra, la de otra niña que se va, una niña fantasma que vive en el espacio del Pequeño elefante transneptuniano de Martha Riva Palacio Obón (Ediciones El Naranjo, 2013). Un extraño viaje sideral lleno de juegos tipográficos y caligramas:

Pequeño / elefante: / tus colmillos / en cuarto creciente / brillan / en el cielo. / Si me deslizo / por ellos, / ¿Llegaré hasta Neptuno? // Lluvia / de estrellas: / Desde su nave en cuarto / menguante / Ana pesca meteoritos / con su red de uranio. / Perlas-sideritas / para una niña / fantasma.

Una constante que pude identificar claramente en los libros que leí en esta franja fue el protagonismo de niñas, la construcción de infancias solitarias con heroínas que emprenden viajes simbólicos y recorren paisajes afectivos complejos y ricos.

Tres de los cuatro últimos poemarios reconocidos con el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños muestran niñas que no quieren que las mande nadie, independientes y curiosas, aunque también algo aisladas. En El vuelo de Luci de Gerardo Villanueva (FCE, 2013), Luci dice: Cada noche lavo mis manos como se lavan los sueños: en los míos mora una niña alada con ojos verdes. Ella no sabe que intuyo que tiene frío; En Lunática de Martha Riva Palacio (FCE, 2015): Licántropa maniática de hocico estrambótico. / Niña-loba de carcajadas luminiscentes. / Trepada en el lomo erizado de un árbol / aúllo a la luna; y en Ema y el silencio de Laura Escudero (FCE, 2016): Ema / copo de nieve / flota. / Desaparece. Y más adelante: Ema colibrí / va y viene / (hay que demorar la mirada / para encontrarle / alas). (Entre estas tres se oye la voz de otra niña, la que inventó Mercedes Calvo en Los espejos de Anaclara, ganadora en 2008 de este premio.)

También dos ganadoras del Premio Ciudad Orihuela dan voz a niñas, acompañadas por otros solitarios: un hermano menor y una anciana.

En Donde nace la noche de Laura Forchetti (Kalandraka, 2015), Violeta cuenta en primera persona sus expediciones al lado de su hermano, quien le pregunta: —¿Con quién habla el mar, Violeta? / —El mar no habla, piensa, y María José Ferrada en El idioma secreto (Kalandraka, 2013), nos hace cómplices del recuerdo de una niña al lado de su abuela: A veces íbamos juntas a la ciudad / y era una fiesta. // Yo, / abrigo de alas. // Mi abuela, / corona de higos.

Quizá esta sea otra revancha. El aumento y, por lo menos en mi muestra, casi dominio de los personajes femeninos. Constante que otros especialistas ya observan en la narrativa. ¿Coincidencia o tendencia? Habría que leer hacia atrás y que seguir leyendo, en definitiva, harina de otro costal.

Pero vuelvo a María José Ferrada, una de las creadoras más prolíficas y sólidas de Iberoamérica, para detenerme en Niños (Grafito Ediciones, 2013) y Notas al margen (Alfaguara, 2013). Otros testimonios de infancias se exploran aquí: los cruzados por la violencia.

La fuerza del poemario Niños no solo radica en la belleza de cada texto, en la intimidad que Ferrada crea para cada niño, cada niña, y al mismo tiempo la universalidad de sus juegos, de sus pensamientos; la fuerza está, sobre todo, en que los escribió vivos, a pesar de que casi todos ellos fueron ejecutados en la dictadura militar chilena.

Nadia: Con la lluvia de la tarde se formó un pequeño río / que corre por la orilla de la vereda. / Depositó en él tres barcos de papel. / Los vio alejarse hacia el final de la ciudad. Si seguía lloviendo así, / calculó que tardarían dos días / en llegar al mar.

En Notas al margen Ferrada emplea un procedimiento artístico que recuerda a los foto-epígrafes de Bertolt Brecht (fotografías recortadas de diarios que Brecht contrastaba con poemas de su autoría). La poeta retoma titulares y párrafos de notas periodísticas como: “Unicef denuncia que 19.000 niños mueren al día por causas evitables”, “Muere niña de cuatro años y otros cinco quedan heridos tras jugar con una granada en Colombia”, “Victoria’s Secret es acusada de utilizar algodón cultivado por niños”, y las fija, hace que no se olviden, con un nuevo texto: Hay días en que se pregunta dónde irán esos copos que cosecha y que mete con cuidado en su delantal. Días en los que se pregunta si algo de ella quedará prendido a los copos para germinar luego en un campo lejano. / Se pregunta si con los copos harán estrellas, nubes, abrigos.

¿Hablar de estos temas a los niños y a los jóvenes?

En el libro Hojas sobre la almohada de Natalia Méndez (Ediciones Abran Cancha, 2014) que mezcla rima y verso libre, lleno de evocadoras palabras sobre las palabras, hay un inquietante y sutil poema sobre el terrorismo de Estado, titulado “Estado”: Olía cada cosa / sin pudor / y quería probarlo / todo. / Algunas personas / se acercaban / y me apretaban los cachetes, / me revolvían la cabeza, / sonreían ferozmente / y decían cosas rarísimas / en un tono / un tanto agudo. / Anoche soñé que era perro. / O niño.

¿Es para niños? ¿Debe la poesía dedicarse a lo bello e ignorar lo atroz? ¿No es la poesía nuestra ventana a una posibilidad infinita de realidades y maneras de ver, incluidas las dolorosas? Como nos muestra María Baranda en Diente de León (Ediciones del Naranjo, 2013), una narración en verso en la que, Laina (otra niña solitaria y protagonista) ve la muerte a la cara y luego emprende un viaje para intentar reconstruirse. 

¿Estamos aquí en un territorio de poesía más «juvenil»? Pero ¿cuál es la poesía para niños o para jóvenes?

En esa delgada línea que separa a unos lectores de otros, a unas colecciones y sellos editoriales de otros, están El sueño de los españoles Antonio Ventura y Jesús Cisneros (FCE, 2014), Separaciones mínimas de los uruguayos German Machado y Matías Acosta (Editciones La Terraza, 2016) ) y Cabía una vez de los argentinos David Wapner y Juan Lima (Calibroscopio, 2013). ¿A quién hablan estos poemas? En los márgenes, las categorías se difuminan. Por encima de los destinatarios, está el asombro y la pausa a los que logran conducirnos estas propuestas en formato de libro álbum.

Cecilia Bajour afirma en su reciente libro La orfebrería del silencio (Comunicarte, 2016), que el modo de leer un libro álbum invita a la detención, conlleva una lectura poética. Quizá por ello sea natural encontrar cada vez más libros álbum que, sin rima, en apenas una línea de texto, pero con el ritmo que da el paso de la página, nos acercan a un estética poética.

Me interesa subrayar que en todos los casos de libros con ilustraciones que he mencionado, los ilustradores no dibujan de manera literal los poemas. Se apropian también y simbolizan. El imperio de la imágenes figurativas y literales de las que están plagadas los medios, incluidos muchos libros para niños, ha venido a socavar el espacio de lo simbólico. La capacidad de reelaborar, de transformar, de volver a dar significados a las experiencias son posibilidades que abren este tipo de ilustraciones y poemas. También un solo poema puede decir más que mil palabras.

Para cerrar, todavía en los márgenes: Escalera al cielo de Andrés Acosta (SM, 2015), con otra niña muy peculiar al centro y una aproximación formal que mezcla la novela y el verso: renglón cortado y centrado en la página cuyo razón de ser, casi un caligrama, se revela hasta el impactante final; y el Baile del Tun de María López Vigil y Nivio López Vigil (Libros para niños, 2014) que en un tono épico cuenta el mito maya del Rabinal Achí. ¿Novelas en verso o poemas narrativos? Y de la editorial portuguesa Planeta Tangerina: O Dicionário do Menino Andersen de Gonçalo M. Tavares y Madalena Matoso, que, suscrito en esa antiquísima tradición de diccionarios para niños, propone definiciones con un tono que mezcla lo informativo con lo poético.

Así define Tavares “Poesía”: Escucha este verso del poeta Rafael Alberti: “Y a mí me preocupa mucho el silencio, la astronomía y la velocidad de un caballo parado». ¿Cuál es la velocidad de un caballo parado? Es la velocidad de tus ojos…

 

DEL CENTRO A LA PERIFERIA

Y de la periferia al centro.

Me parece que la poesía está ganando terreno. Dice Efraín Huerta que DE PLANO No hay / Peor / Poesía / Que la / Que no se / Hace. Y se hace mucha más de la que creemos.

Última métrica antes de cerrar con verso libre: De 2013 a 2015, al Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños llegaron un promedio de 333 manuscritos por año. En el mismo periodo, al premio de narrativa El Barco de Vapor que convoca internacionalmente SM España, llegaron un promedio de 227 por año. [4]

Y este año 2016 el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil fue otorgado por primera vez a una destacada escritora que es reconocida sobre todo como poeta: María Cristina Ramos.

Sí hay. Mucha, diversa, explorando nuevos medios, proponiendo entrecruzamientos, creciendo, pero necesitamos más.

He dejado aquí un breve testimonio de lo que me pareció inusual en estos tres años, la poesía que escapa de las fórmulas comerciales, una que no se conforma con rimas fáciles o que rima desde otros sitios, que da un giro a las estructuras típicas, que no necesariamente cuenta una historia, que sabe que no sólo somos historias, también somos poesía y la poesía no necesita contar nada, puede mostrarnos, invitarnos, simple y poderosamente, a ver con detenimiento; poesía que usa la apropiación para reinventar lo que conocemos, que busca su propia música, que permite lecturas intertextuales, que ofrece un testimonio histórico y que está en línea con el arte contemporáneo.

¿Es más real el agua de la fuente…? ¿O este particular reflejo que les he compartido?

No lo sé. Sólo puedo cerrar con más preguntas; esta vez formuladas por niños y niñas del Taller Azul de Silvia Katz, de Salta, Argentina, incluidas en el Libro de preguntas posibles e imposibles. Porque la pregunta es el enunciado del misterio y, como escribió Federico García Lorca, “Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio que tienen todas las cosas”.

¿Por qué hay días en que el cielo se pone furioso? ¿Por qué cuando dos colores se abrazan dejan de ser ellos mismos? ¿Cómo será vivir en un hormiguero? ¿Por qué las acuarelas son silenciosas? ¿Qué hay dentro de una nuez mágica?

¿Dentro de una nuez mágica? 

Poesía, ¿será poesía? ¿Toda la poesía que aún nos queda por leer y escribir? Todo lo que está dentro y fuera de nosotros que todavía no hemos escuchado.

Muchas gracias.

Ilustración de Adolfo Serra.

  

BIBLIOGRAFÍA 

Acosta, A. (2015) Escalera al cielo. Ciudad de México: SM Ediciones.
Agrupación Abriendo Rondas (2015). Apapachaditos… un arrullo de juegos. Córdoba, Argentina: Ediciones La Terraza.
Andricaín, S., Rodríguez, A. O. (2016). Escuela y poesía. ¿Y qué hago con el poema?. Cuenca, España: UCLM.
Andricaín, S., Cerrillo, P. C. (2015) Dos orillas y un océano: 25 autores iberoamericanos de poesía para niños y jóvenes. Cuenca, España: CEPLI; Miami, EE. UU.: Fundación Cuatrogatos.
Baranda, M. (2013). Diente de león. Ciudad de México, México: Ediciones El Naranjo.
Bajour, C. (2016) La orfebrería del silencio. Buenos Aires, Argentina: Comunicarte.
Benegas, M. (2015). Con el ojo de la i. Barcelona: A Buen Paso.
––– (2013) Abecedario del cuerpo imaginado. Barcelona: A Buen Paso.
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Brull, M. (2015). “Verdejil” en Estrellas Eléctricas. Ciudad de México: Ediciones Castillo.
Calcanhoto, A. (coord.) (2013). Antologia ilustrada da poesia brasileira: para crianças de qualquer idade. Río de Janeiro: Casa de Palavra.
Calvo, M. (2015). Tomar la palabra. La poesía en la escuela. Ciudad de México: FCE.
Darío, R. (2016). Sonatina. Managua, Nicaragua: Libros para niños.
––– (2016). Los motivos del Lobo. Managua, Nicaragua: Libros para niños.
Devetach, L., Bonaparte, G., et.al. (2015). Quiensabe (disco compacto). Córdoba, Argentina: Música Nuestra.
Dipacho (2015). Viernes verdes. Bogotá, Colombia: Lumen.
Escudero, L. (2016). Ema y el silencio. Ciudad de México: FCE.
Ferrada, M. J. (2013). El idioma secreto. Pontevedra, España: Kalandraka.
––– (2013). Niños. Santiago de Chile: Grafito Ediciones.
––– (2013). Notas al margen. Santiago de Chile: Alfaguara.
Fonseca, R. (coord.) (2014). Orquesta poética. Ciudad de México: Ediciones Castillo.
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––– (2015). Dos arbolitos locos. Buenos Aires, Argentina: Aerolitos. 
Gil, C. (2015). “Nana para dormir a un vampiro” en Dos orillas y un océano: 25 autores iberoamericanos de poesía para niños y jóvenes (Sergio Andricaín y Pedro C. Cerrillo, coord.) España: Cepli y Fundación Cuatrogatos.
Giménez de Ory, B. (2013) Bululú. Pontevedra: Kalandraka.
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Herrera, L. (2014) Duerme, niño, duerme. Santiago de Chile: Ediciones Ekaré Sur.
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Iannamico, R. (2015). Ris ras. Buenos Aires, Argentina: Aerolitos.
Itzcovich, S. (2013). Pisa pisuela color de ciruela. Buenos Aires, Argentina: Lugar editorial.
Katz, S. (coord.) (2010). Libro de preguntas posibles e imposibles. Salta, Argentina: Taller Azul.
Kaufmann, R. (2016). Las Onomatobellas. Estado de México, México: FOEM.
Lima, J. (2015). Botánica Poética. Buenos Aires, Argentina: Calibroscopio.
López, M. E. (2016). Entrevista vía skype realizada el 19 de agosto de 2016. Ciudad de México-Buenos Aires.
López Vigil, M., López Vigil, N. (2014). Baile del Tun. Managua, Nicaragua: Libros para niños.
Machado, G. (2016). Separaciones mínimas. Córdoba, Argentina: Ediciones La Terraza.
Mañas, P. (2016). Trastario. Pontevedra, España: Kalandraka.
Martín Ramos, J. C. y Delicado, F. (2016). Mundinovi. Pontevedra, España: Kalandraka.
Méndez, N. (2014). Hojas sobre la almohada. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Abran Cancha.
Miaja de la Peña, M. T. (2014). Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón. Ciudad de México, FCE.
Mistral, G. (2015). Reino Animal. Santiago de Chile: Pehuén.
––– (2015). Poemas de las madres. Concón, Chile: Quilombo Ediciones.
Neruda, P. (2015). Algunas preguntas. Santiago de Chile: Pehuén; Buenos Aires, Argentina: Ojoreja
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Parra, N. (2015). “Preguntas a la hora del té” en Vuelo de voces. Ciudad de México: Ediciones Castillo.
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Ribeiro, J. M. (2013). Versos de no sé qué: antología de poemas. Trad. María del Sol Peralta. Bogotá, Colombia: Panamericana Editorial.
Riva Palacio, M. (2013). Pequeño elefante transneptuniano. Ciudad de México: Ediciones El Naranjo.
––– (2015). Lunática. Ciudad de México: FCE.
Rodari, G. (2011). Gramática de la fantasía. Ciudad de México: Conaculta.
Rodríguez, A. O., (2014). Los helados invisibles y otras rarezas. Ciudad de México: SM Ediciones.
Rubio, A. (2013). “Nombres vegetales” en 44 poemas para leer con niños. Albuixech: Litera Libros.
Sánchez-Anaya Gutiérrez, C. (Coord.) (2014) Jardín de palabras. Ciudad de México: Ediciones Castillo.
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Sánchez Ortiz, C. (2013). Poesía, infancia y educación: El cancionero popular infantil en la escuela 2.0. Cuenca: Ediciones de la UCLM.
Tavares, G. M. (2015). O Dicionário do Menino Andersen. Carcavelos, Portugal: Planeta Tangerina.
Uribe, V. (coord.). (2015) Tren de lectura. Santiago de Chile: Ediciones Ekaré Sur.
Ventura, A. (2014). El sueño. Ciudad de México: FCE.
Villanueva, G. (2013). El vuelo de Luci. Ciudad de México: FCE.
Wapner, D. (2014). Un auto en dirección hacia. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Del Eclipse.
––– (2013) ) Cabía una vez. Buenos Aires, Argentina: Calibroscopio.
Zepeda, M. (coord.) (2013). Instrucciones para jugar. Ciudad de México: Ediciones Castillo.

BIBLIOGRAFÍA ADICIONAL

Muchos otros libros me parecieron notables, pero tuve que dejarlos fuera de mi ensayo por falta de espacio. Incluyo también aquí algunos libros del trienio que leí después de haber cerrado mi ensayo. 

Andruetto, M. y Esteves, C. (2014). Trece modos de mirar a un niño. Córdoba, Argentina: Comunicarte.
Baggio, M. y Dofour, S. (2013). Luna con duendes. Buenos Aires: Aerolitos.
Bartolomé, E. (2015). Ecos de selva y sueño. Ciudad de México: 3abejas. 
Benavides, H. (2015). Ábrete grano pequeño. Bogotá, Colombia: Ministerio de Educación Nacional
Benegas, M. (2013). 44 poemas para leer con niños. Madrid: Litera Libros. 
Bosch, L. y Luciani, R. (2015). Animales que hacen cosas en silencio. Pontevedra, España: Faktoría K.
Buitrago, J. (2014). ¿Qué puedo decirte de los fantasmas? Bogota, Colombia: Lumen.
Cabrera Delgado, L. (coord.) (2014). Te regalo el mar. La Paz, Bolivia: Ministerio de las Culturas.
Cerrillo, P. C. (2014). Nanas para dormir niñas despiertas. Castilla La Mancha, España: UCLM.
Chiara, C. (2015). Antes no había nada. Guadalajara, México: Petra Ediciones y Conaculta.
Ferrada, M. J. y Marín, R. (2014). Escondido. Santiago de Chile: Ocholibros.
Giménez de Ory, B. y Hénaff, C. (2016). Para ser un pirata. Madrid: Ediciones SM.
Goldberg, J. y Rodríguez, A. (2016). El niño que desayunaba de noche. Bogotá: Panamericana.
Grau, D. y Montenegro, C. (2014). Cocorococó. Buenos Aires: Pequeño Editor.
López, M. E. (comp.) (2014). Un pez en la luna. Ciudad de México: Conaculta.
Madrazo, A. (2013) Los viajes de José Juan (Tablada). Ciudad de México: Ediciones Tecolote.
Maggi, M. E., Mayobre, M. F. (comp.) (2013). Taquititán de poemas. Caracas, Venezuela: Ekaré.
Martín Ramos, J.C. (2016). Mundinovi. Pontevedra, España: Kalandraka.
Mateo, J. M. (2013). El ratón que corre y pasa. Ciudad de México: Ideazapato y Conaculta.
Minhós Martins, I. y Kono, Y. (2013). Uma Onda Pequenina. Lisboa: Planeta Tangerina.
Munita, F. y Echenique, R. (2016). Diez pájaros en mi ventana. Santiago de Chile: Ekaré Sur.
Pacheco, L. E. (2015). José Emilio Pacheco: A mares llueve sobre el mar. Ciudad de México: Ediciones SM.
Pessoa Rosa, C. A. y Legnazzi, C. (2014). Una casa bien abierta. Buenos Aires: Pequeño Editor.
Pisos, C. y Bianki, D. (2016). Nube con forma de nube. Pontevedra, España: Kalandraka.
Ramos, M. C. (2013). Caminaditos. Madrid: Los cuatro azules.
Ramos Revillas, A. (2015). Antes, mucho antes. Ciudad de México: 3abejas
Sánchez, B. E. y Perez, L. (2014). La artesana de las nubes. Ciudad de México: FCE y F,L,M.
Sánchez, G. y Otero, P. (2014). La reina de Turnedó. Pontevedra, España: Kalandraka.
Skármeta, A. y Cabassa, M. (2015). La flor azul. Ciudad de México-Barcelona: Ediciones Tecolote y Libros del Zorro Rojo.

AGRADECIMIENTOS

Un enorme agradecimiento a las muchas personas que dudaron conmigo, se aventuraron dándome títulos, nombres de autores, opiniones. En especial a: María Elvira Charría, Antonio Orlando Rodríguez, Sergio Andricaín, Cecilia Bajour y María Emilia López.

Y también a: Carola Diez, Diego Lebro, Carola Martínez, Bernardita Cruz, Arianna Squilloni, Ana Garralón, Cristina Vargas (y al equipo de IBBY México), María Teresa Andruetto, Marco Aurelio Chávez Maya, Camille Falcetta, Pedro C. Cerrillo, Julio M. Llanes, Fanuel Hanan, Carlos Rubio, Francisco Alcaide, Cristina Urrutia, María del Socorro Duque Bernal, Nora Obregón, Laura Guerrero, Mar Benegas, Silvia Katz y a todos los editores y escritores que me enviaron sus libros en físico o en pdf.

NOTAS

[1] Ramón Ivan Suárez Caamal es el escritor de poesía para niños más premiado y prolífico del trienio en México. De 2013 a 2016 publicó ocho libros de poesía para niños, marca que sólo igualó, en mi muestra, la chilena María José Ferrada.

[2] Recuerda Mercedes Calvo en su libro Tomar la palabra lo que decía el poeta romano Horacio: “una pintura es un poema sin palabras” (FCE, 2015).

[3] Una aportación reciente en esta línea es El cancionero popular infantil en educación de Pedro C. Cerrillo y César Sánchez Ortiz (Editorial Síntesis, 2017).

[4] Según datos proporcionados por el Fondo de Cultura Económica y la Fundación para las Letras Mexicanas y Ediciones SM España.

Ponencia presentada en el III Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, CILELIJ, México 2016, organizado por la Fundación SM y la Secretaría de Cultura de México. El panorama del trienio anterior (2010-2013) preparado por Cecilia Bajour se puede leer aquí.

Ilustración de portada de Miren Asain Lora. http://www.miaslo.com

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