13 libros para siempre que quieran abrir la puerta, bajar al sótano, seguir las huellas y asomarse al abismo. Reuní aquí algunos de los mejores libros de cuento y novelas para adolescentes y jóvenes que he leído en el año. Todos inquietantes, para leer en suspenso y suspender el mundo alrededor. Algunos no fueron publicados en sellos editoriales juveniles pero los he incluido con el ánimo de ampliar la mirada sobre lo definido como «juvenil» que, sin duda, no basta a los lectores.

Ilustración de Mauro Cascioli.

 

1. El huésped y otros relatos siniestros

Amparo Dávila. Ilustraciones de Santiago Caruso. FCE, 2018.

La sensación de que alguien podría estar observándote mientras lees pasa de la página a tus dedos. Ahí está: detrás, debajo, afuera, encima de tu hombro, la certeza de una presencia y la imposibilidad de descubrir quién o qué. Es Amparo Dávila, quien describe las vestimentas, el interior de las recámaras, la cualidad de los objetos, las emociones de sus personajes pero no revela casi nada de aquello que acecha o de lo que perturba al narrador. Sólo lo suficiente para inquietarnos, algún rasgo o hábito extraño y si se extiende más, algo central queda siempre vedado, como en la rutina de Óscar, el hijo que entra y sale del sótano, rompe macetas en el patio, observa a sus hermanas mientras duermen, somete a su familia con aullidos y arranques de furia… pero ¿qué tiene?, ¿cómo es capaz de oprimirlos así? La explicación racional puesta en duda, una psicosis que genera más preguntas, pues, como en la historia de Óscar, los cuentos de Dávila no necesariamente construyen un hecho fantástico o de «terror sobrenatural», como lo llamó H. P. Lovecraft, a veces pareciera haber una justificación psicológica clara, pero, a diferencia de Poe u Horacio Quiroga, más cercana a Guy de Maupassant, el lector nunca sabrá a ciencia cierta cuál es. Sí, la Señorita Julia podría haberse vuelto loca, pero no nos conformamos, nos persigue ese porqué. «Las ventanas entrecerradas, las mujeres enluatadas, silenciosas, ensimismadas o ausentes, especialmente la madre que más que un ser vivo parecía un espíritu, un espíritu fantasmal o la sombra de otro cuerpo», como todos estos cuentos, que son la sombra de otro. La selección, armada por Socorro Venegas y Susana Figueroa (recomiendo esta crónica escrita por Venegas sobre la edición del libro), tiene como eje algún grado de fatalidad, con personajes angustiados y acorralados, y está acompañada de las ilustraciones de Santiago Caruso. Para lo que Dávila oculta, Caruso revela. La representación gráfica de la pesadilla como contrapunto. En algunas ilustraciones muestra mucho, recargado, a veces muy explícito, pero, en mayor o menor medida, ambiguo, siempre surrealista; en otras, apenas el rastro de un hervor de sangre derramado en la olla. Y eso basta para mirar otra vez por encima del hombro, al otro lado de la página.  

 

2. El Horla y otros cuentos de locura y horror

Guy de Maupassant. Ilustraciones de Mauro Cascioli. Libros del Zorro Rojo, 2018.

Debe haber una explicación, se repite el joven narrador, nos lo dice desesperado en su diario (el atormentado autor desdoblado en su texto). Aunque no consiga verlo, el Horla no puede ser fruto de su imaginación: mueve objetos, bebe vasos de agua, empaña el espejo e incluso pronuncia su nombre. Como en el microrrelato de Juan José Arreola, el protagonista se ha convertido en el «lugar de las apariciones» de ese ser extraño. Y paulatinamente, conforme crece la opresión, tememos un desenlace fatal, como el de Dr. Jekyll.  Este nuevo rescate de Libros del Zorro Rojo, tendencia a la que se suman cada vez más editoriales, incluye, además, dos narraciones menos conocidas pero con motivos igualmente clásicos: «La cabellera», en la que en un manuscrito se revela la obsesión necrófila de un hombre, y «La aparición», que pone un pie en el más allá. Pero quizá la mayor aportación de la edición sean las ilustraciones de Mauro Cascioli, oníricas y fascinantes; cada una un laberinto de evanescencias góticas de las que es imposible escapar.  

 

 

3. La migala

Juan José Arreola. Ilustraciones de Gabriel Pacheco. La Caja de Cerillos Ediciones, 2013.

En el centenario del nacimiento de Arreola, uno de sus cuentos más emblemáticos, como para conformar una triada de horror y locura, con el libro de Dávila y Guy de Maupassant. El título forma parte de la destacada colección «Ilustres», cuentos ilustrados para adolescentes y jóvenes, en la que una mirada gráfica lleva a un clásico o a un autor contemporáneo destacado por nuevos caminos. Las ilustraciones de Pacheco son un escenario en el que el vacío cala y aumenta la soledad del narrador y la nuestra en el breve pacto de esta ficción.  

 

 

 

4. Noches de pesadilla

Ambrose Bierce, Charlotte Brontë, William Wymark Jacobs, Joseph Sheridan Le Fanu, Bram Stoker, Catherine Wells y H. G. Wells. Loqueleo, 2017.

«De pronto, tan repentinamente como un disparo, descubrió una pequeña figura, como un enano, cerca de la pared, entre la puerta y la chimenea. Era una pequeña figura con capa, no más alta que la mesa. ¿Cómo lo hacía? Se movía despacio, muy despacio, hacia el fuego, como si no se diera cuenta de la presencia de la niña, envuelto en una capa que arrastraba por el suelo, con un sombrero en la cabeza inclinada sobre los hombros. La pequeña se aferró a las sábanas: era algo tan raro, tan inesperado; soltó una risita nerviosa para romper la tensión del silencio…, para demostrarle su aprecio…». Puros clásicos del género que no fallan. Algunos más conocidos, como aquella pata de mono traída de la India que concede deseos fatídicos, otros que serán una sorpresa como el del enano de rostro largo y afilado, sin color en los ojos, que debería ser un fantasma, tan solo un juego, pero avanza con paso firme hacia la niña.  

 

 

5. Biútiful Frik

Rosa Beltrán, Carmen Boullosa, Bibiana Camacho, Alejandra Gámez, Mónica Lavín, Martha Riva Palacio, Mariana Rodríguez Jurado, Daniela Tarazona, Beli de la Torre, Iliana Vargas y Bef. Secretaría de Cultura, 2018.

En mayo de 1817, a la edad de 19 años, Mary W. Shelley, escritora prodigio, terminó la primera versión de su novela «Frankenstein o el moderno Prometeo». Tiempo después, en enero de 1818, consiguió publicarla de manera anónima con una pequeña editorial que imprimió 500 copias (sólo aparecían dos nombres en aquella edición: el de su esposo, Percy Bysshe Shelley, quien firmaba el prefacio, y el del padre de Mary, el filósofo William Godwin, a quien dedicaba el libro). Fue hasta 1823 que Frankenstein se editó por primera vez con el crédito de la autora. Con el paso de los años, Mary decidió reescribir buena parte de la novela y publicar una versión definitiva en 1831 (la versión que más circula hoy). Ese inicio de muchas versiones se correspondería con la impresionante respuesta que detonó en otros creadores que desde entonces han releído y llevado por diversos caminos su historia. Es el caso del conjunto de diez escritoras y un narrador gráfico que reúne este fantástico libro, a 200 años de la primera publicación. Un homenaje y una muestra de la potente voz de las escritoras para las que Shelley abrió aquel camino desde al anonimato. En la publicación confluye todo un imaginario asociado a ese universo de versiones y adaptaciones, pero las extremidades de la criatura se extienden hacia nuevos territorios, voces y paisajes híbridos, siempre inquietantes y llenos de simbolismos.   

 

6. El rostro de Sara

Melvin Burguess. Océano, 2012.

Todos hablan de él, ninguna estrella de rock iguala a Jonathon Heat, sobre todo porque su rostro es siempre distinto. Cada intervención quirúrgica revela una nueva faz: lobo, demonio, ángel… Hasta que un día, en un hospital, conoce a Sara, y se obsesiona con su rostro, justo ahora que los médicos le han recomendado hacerse un transplante de cara pues tantas modificaciones lo han dañado. Con varias voces, el autor nos hace creer que es un periodista contando esta historia que impactó al mundo. Desde el principio sabemos que uno de los protagonistas, Jonathon, está en la cárcel y aunque de Sara no se sabe nada, ha aparecido un diario que grabó en video, en el que relata muchos de los hechos que rodean el drama. El periodista describe cada imagen y transcribe las confesiones de Sara que, poco a poco, dibujan el costado más terrorífico de su relación con Jonathon.   

 

 

 

7. Panteón de plumas negras

Agustín Fest. Ilustraciones de Isidro R. Esquivel. Pearson, 2017.

«Míranos. Somos toscos, somos carroñeros y somos astutos. No cantamos, graznamos. Somos la fealdad perpetua. ¿Tú crees, de verdad, que somos elegancia y misterio?». Ese cuervo que mira al hombre enloquecer, el cuervo de Poe, parece familiar de los cuervos desalmados y fiesteros que trazan en este libro una genealogía colectiva, cínica, llena de humor negro, capas de mitología y claves para descubrir qué se trae entre alas esta peculiar especie. «¿Hay algo más delicioso y adictivo que los cuervos?». Una propuesta totalmente atípica en una colección juvenil, arriesgada, experimental, por ello muy necesaria. Mezcla el ensayo filosófico, el cuento sobrenatural y la poesía surrealista en una afiladísima prosa, como el carácter de sus personajes. Principio y fin y otra vez principio de cuervos que picotean la puerta una y otra vez para que los dejemos pasar. «No te muevas, no respires, no hables. Espérate. Guarda silencio. Cierra los ojos. No leas. Te avisaré cuando se vayan. Ya no leas, ya se van… Quieto. Los cuervos piensan en ti».   

 

 

8. Una realidad más amplia. Historias desde la periferia bicultural

Gabriela Damián, José Luis Zárate Herrera, David Bowles, Julia Rios, Angela Lujan, Raquel Castro, Alberto Chimal, Andrea Chapela, Richard Zela, Ruth Clarke, Jesse Ward y más. Editado por Libia Brenda. Cúmulo de Tesla, 2018.

«Mi cuerpo quieto abrió los ojos de pronto, otros ojos. Mis manos, otras manos, se alzaron gruesas contra el cuello blanco de aquel hombre, y apretaron y apretaron…». Ceñidos también los nudos de narraciones como esta, de Gabriela Damián. Una sorpresa encontrar este libro notable que reúne algunos cuentos inéditos y otros recuperados de ciencia ficción, fantasía, horror sobrenatural, superhéroes, distopías y hasta zombis, todos de impecable factura; como dice la editora en el prólogo: «son historias de literatura de la imaginación». Para que esta publicación existiera fue necesario, como el propio título lo indica, imaginar “una realidad más amplia”, una en la que un grupo de escritores de México y Estados Unidos borraron fronteras y se organizaron para autopublicar, vía campaña de recaudación de fondos. Vale la pena hacer circular y leer en círculo el volumen, por cierto, bilingüe. Se puede descargar de forma gratuita aquí. Realizado como parte de la Mexican Initiaive, «una campaña liderada por John Picacio para auspiciar membresías a la Worldcon 75, y otorgárselas a cincuenta artistas, autores, cinesastas, creadores de cultura, y fans, para así incrementar la presencia Mexicanx en la comunidad de ciencia ficción y fantasía».  

 

9. Miedo

Kevin Brooks. FCE, 2018.

—Tengo miedo, mami. —¿De qué tienes miedo, mi amor? —De todo. El protagonista de esta historia le teme a «los desconocidos, los sonidos extraños, los autos, los pájaros, los perros, el viento, la oscuridad…», narra en primera persona los terrores que vivía de pequeño, cuando perdió a su hermana gemela, y los que lo acompañan ahora. Pero hay otra voz que cuenta el plan de un pareja de criminales en una carretera, manejando una camioneta robada y tras la pista de sus víctimas. Otra novela palpitante de Kevin Brooks.

 

 

 

 

 

10. El desconocido del Meno

Eduardo Sangarcía. Fondo Editorial Tierra Adentro, 2017   

Este libro es el incendio que anuncia la portada. Tan deslumbrante que el Premio Nacional de Cuento Joven Comala tuvo suerte de que el autor lo enviara al concurso, porque sería fácil imaginarlo en cualquier otra colección de narrativa contemporánea.  Con la Segunda Guerra Mundial como escenario, los cuentos que integran este volumen exploran el horror de lo paralelo, de una realidad que escapa a los acontecimientos registrados por la Historia y que, en su meticulosa elaboración, siembran un infinito angustiante en la conciencia, la posibilidad de muchas más tragedias que hielan la piel. En cuentos como “Un oso de madera”,  “Barmaley”,  “A la deriva”, “Milagreros”, “El bosque hacia la noche”, “El desconocido del Meno”, cada enunciado es antesala de algún peligro inminente, de un infierno que el autor muestra completo, lo que recuerda a la impactante película «El hijo de Saúl» de Lazlo Nemes (2015). Y ya que no es la vida de los héroes de la que somos testigos, sino de la gente anónima, el reflejo es mayor. Sólo hay un cuento protagonizado por uno de los máximos criminales nazis: «El día de la ira». La pesadilla para él es la peor, ha desarrollado una monstruosa condición: de su paladar y encías brotan nuevos dientes que cubren todo el interior de su boca, al grado que los médicos deben romperle la mandíbula para que pueda respirar. Tan sólo una de las muchas imágenes imborrables que construye este autor. El dolor del que muere abandonado, la furia del que ve pisoteada su dignidad, el deseo de venganza en la situación más anodina, la búsqueda de consuelo entre escombros… la imposibilidad de olvidar un libro, un fuego, como este.   

 

11. La noche de las cosas

Laura Escudero Tobler. Babel, 2017.

«Fue por la época de la seca brava, cuando la gente se puso arisca, las cabras no dieron leche y la tierra se hundió en una siesta eterna, que Jacinta se puso a escuchar la lengua antigua. Empezó como un murmullo, como el eco de los que se quejaban, y después del silencio mismo vinieron unas voces a visitarla…». Esta novela se lee o se escucha como un regreso, vuelta al origen, con ecos profundos en la palabra dicha en voz alta. Sucede en un pueblo de mujeres y niños, un pueblo con señas muy particulares pero que podría ser de todos, igual que Comala. Allí, ya casi no hay hombres, han migrado, y un muchacho se pregunta si no debería irse también. Entonces su abuela cae enferma, duerme permanentemente, habita otro plano, y la pregunta se transforma: ¿Qué haría él sin ella? ¿Ella sin él? No puede irse. Dos mujeres sabias, que conocen el día y la noche y sus raíces se instalan en su casa para ayudarlo, lo guiarán a un mundo espectral, la noche de todas las cosas, tan sugerente y bien construido que uno quisiera quedarse, aunque esté poblado de fantasmas. Si bien Laura Escudero es una novelista probada, su característico registro poético (cercano al de otras autoras de esta colección-bloque-boom estilístico, como María Teresa Andruetto, Marina Colasanti, Nilma Lacerda y Sara Bertrand) adquiere aquí tonalidades, matices y vuelcos que extienden aún más la particularidad de su voz. Todo un descubrimiento.  

 

12. Los ojos de la noche

Inés Garland. Loqueleo, 2017.

Dalila acepta ir de campamento al sur de Argentina, con su hermana y sus amigas. En un descuido, todo cambia: se pierde en el bosque y conoce a Tharo, un joven como de otro tiempo. Pero también verá por primera vez a Zasiok, un hombre que le provoca escalofríos. El paisaje boscoso y el ritmo pausado hacen un juego de luces y sombras en el que la protagonista va reconociendo y desconociendo su mundo interior y el que la rodea. En capítulos breves y perfectamente colocados, Inés Garland arma una hoguera, en medio de esa noche, que hipnotiza. La autora tiene una de las voces narrativas más potentes que he leído, parte de esa tendencia que mencionaba en la reseña anterior, que ha sido señalada por otros especialistas fuera de la LIJ, como nuevo boom latinoamericano y femenino. Este y el siguiente libro confirman la hipótesis.    

 

 

13. Las cosas que perdimos en el fuego

Mariana Enriquez. Anagrama, 2016.

El horror va filtrándose en lo cotidiano, raspa, apaga la luz y enciende una linterna que devela lo siniestro; es rechinido de dientes, uñas y pestañas arrancadas, intoxicaciones en duermevela, magia negra, apariciones; conduce al fondo del callejón, a la casa abandonada, y acecha con la pregunta: ¿sucedió realmente o fue una especie de alucinación? Un peculiar tono periodístico con motivos clásicos de terror y literatura fantástica que persigue y te hará querer más de esta prosa. Adictiva.      

 

 

 

 

 

 

También puede interesarte:

Mira cómo tiemblo… (en serio)

Hola, oscuridad. 13 libros de terror que te quitarán el sueño

12 libros para tener pesadillas

Criaturas, zombis y espectros de extraña imaginación

Lucy, el monstruo y un vampiro en la biblioteca + 12 libros de brujas, parcas y quimeras mexicanas

 

 

9 Comentarios »

  1. Excelente lista, me llevo varias recomendaciones que no conocía y ganas de releer otras joyas como El húesped.
    Yo recomiendo «Háblame de horror …no me digas más cosas tiernas» de Robert Bloch, es de esos libritos de Super Terror de Martínez Roca, que en una que otra librería de viejo se consigue, ojalá pronto alguien vuelva a reeditar a Bloch.

  2. Tengo 2 libros terror y aún no los puedo leer, me pasa que me meto tanto en las historias y la verdad que ni las películas de terror las puedo ver, imagínate leer un libro!!! jajajajaja Saludos, muy interesantes cada libro, pero el que más llamó mi atención es el número 11 (aunque siendo honesta no creo que lo lea) «La Noche de las Cosas».
    Saludos! muy bueno tu post.

    • ¡Hola, Cami! Gracias por tu comentario, me alegra que te gustara el post. ¿Cuáles son los dos libros de terror que tienes? A mí me pasa al revés, aguanto más los libros que las películas, aunque más allá del formato lo que más disfruto es el suspenso. Ninguno de estos libros es demasiado terrorífico, son más bien muy inquietantes. El de «La noche de las cosas» te lo recomiendo muchísimo, quizá un día te lo encuentres y sí puedas leerlo. Yo creo que te gustaría mucho. ¡Saludos!

Comparte tu opinión, deja un comentario.