Significa cuento. Desde el nombre, un destino: Ekaré quiere decir narración nueva o verdadera o, sencillamente, «cuento», en pemón, un idioma que se habla al sureste de Venezuela. Carmen Diana Dearden y Verónica Uribe, las fundadoras de Ediciones Ekaré, querían hacer nuevos libros, en serio, que contaran para los lectores, especialmente para los que tenían enfrente. 

Celebramos con ellas y todo su equipo 40 años de conseguirlo.

Libros «para vernos», dicen Carmen Diana y Verónica en esta entrevista, historias que ya no sólo conmovieran al lector por la universalidad de sus significados, sino que además lo representaran, tuvieran la potencia del nombre propio dicho en voz alta.

Sin duda un niño venezolano puede disfrutar el frío viaje a la Tierra Media y sufrir o reír con los dilemas de Bilbo Bolsón, pero cuánto gozaría también de un hobbit que trepara a los árboles como rabipelado o calmara su sed con agua de coco.

La imagen hace corto circuito con La Comarca, pero no con la tienda hecha del día, el kiosco de malaquita, el gran manto de tisú y la gentil princesita que inventó Rubén Darío. Para todo ello Monika Doppert, ilustradora y primera directora de arte de Ekaré, imaginó un paisaje más tropical. Allí, en el Margarita ilustrado de esta editorial, la princesita europea de Darío es caribeña. 

Así lo explica Doppert en un charla ocurrida hace unos días: «No se encontraba una cara venezolana en ningún lado [medios de comunicación, revistas, libros]. Era importante dejar de ver hacia fuera, hacia las imágenes que venían de afuera que no tenían nada que ver con uno, y mirar qué es lo que tengo alrededor mío, quién soy yo, ese era un trabajo básico para iniciar una producción propia de libros infantiles» (la charla completa, una «Tarde de Altamira» a propósito del aniversario, se puede ver completa aquí).

 

Al mirar hacia atrás, Verónica y Carmen Diana, editoras precursoras de LIJ en Latinoamérica, recuerdan bien aquel principio. Escribe Verónica Uribe en el catálogo 2018 de Ekaré: «Cuando publicamos nuestros primeros libros, nunca pensé que llegaríamos a cumplir 40 años en este oficio. En los convulsionados setenta del siglo pasado más bien me preguntaba si acaso estaría viva al llegar el lejanísimo 2000. Y hay que ver cómo se deslizaron los años, imperceptibles y traicioneros. Y henos aquí, como siempre, con los mismos titubeos, las mismas dudas, las mismas ilusiones y el mismo contentamiento al ver cómo avanza un nuevo libro, el próximo proyecto. Aunque hayamos editado más de cuatrocientos títulos, cada libro continúa siendo el primero». 

Ilustración de Amelie Areco.

Y Carmen Diana: «Hace 40 años, cuando esta historia comenzaba, los rabipelados se colaban por los huecos del techo del galpón de Ekaré y dejaban sus huellas en los artes finales que estaban a punto de salir para la imprenta. En aquel tiempo, cuando el Banco del Libro había decidido apoyarnos en esta aventura de crear una editorial para niños, Verónica y yo no estábamos muy seguras de nada y mucho menos de poder trabajar juntas: ella es petite, reflexiva y discreta y yo soy grande, arrebatada y no muy diplomática. Pero no teníamos dudas de lo que nos unía: la pasión por un buen libro y el goce de poder hacerlo«.

Ilustración de Vicky Sempere.

El rabipelado burlado es uno de esos libros insignia, recuperación de la tradición oral, que sigue divirtiendo a los lectores, y no sólo a los venezolanos. Como lo comprobara Jella Lepman al iniciar la Biblioteca Internacional de la Juventud en Múnich, los buenos libros ilustrados son capaces de contener el mundo propio de cualquier niño, sin importar el país del que vengan.

Pero desde muy pronto, además de divertir y trazar un retrato latinoamericano, igual de atípico fue que Ekaré buscara animar la conversación política de niños y jóvenes con libros como La calle es libre (1981) o La composición (1998), los dos títulos más traducidos de su catálogo (el primero a 17 lenguas y el segundo a 12) o De noche en la calle (1999) y, más recientemente, Al sur de la alameda (2015) y Pequeña historia de un desacuerdo (2018).

Ilustración de Monika Doppert.

Ese compromiso, tan vinculado a una mediación lectora consciente de realidades y necesidades, los hizo traducir y adaptar un libro imprescindible para especialistas: Album(es) de Sophie Van der Linden. Es coherente que sean ellos quienes lo hayan editado, abrieron una brecha para el álbum en Latinoamérica que hoy alcanza Iberoamérica y sigue ensanchándose. Dos libros de 2018 son ejemplo de ello, de esa proyección internacional que no pierde de vista lo local: Las visitas de Nani, de Karishma Chugani, un homenaje de una nieta a su abuela que conecta España con la India y Sábados de María José Ferrada y Marcelo Escobar, que narra la amorosa rutina de un padre e hijo cantantes en Valparaíso. Personas que siguen encontrándose con otras, entre libros, 40 años después. Y no sé que es más difícil, si haber sido una de las primeras o mantenerse por cuatro décadas como una de las mejores.

Finalmente, antes de continuar con la entrevista que Carmen Diana y Verónica contestaron tan generosamente, un poco de contexto con otras editoriales emblemáticas en México. En 2020 Amaquemecan y CIDCLI cumplirán también cuatro décadas y Petra Ediciones 30; y más celebración: en 2018, dos proyectos parteaguas y muy queridos por los lectores festejaron 25 años de acortar distancias y abrir conversaciones silenciadas: Libros para Niños de Nicaragua y Ediciones Tecolote en México, que además este año ganó el Premio a la Mejor Editorial Infantil de Centro y Sudamérica de la Feria de Bologna; y otras dos editoras y especialistas pioneras fueron reconocidas: María Osorio Caminata, de Babel Libros, con el premio al Mérito Editorial de la FIL Guadalajara, y Graciela Montes, con el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil. Que el 2019 nos traiga más motivos para alegrarnos. ¡Hasta entonces!
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‘Un cuento que seduzca al lector’

Entrevista a Carmen Diana Dearden y Verónica Uribe

Las fundadoras de Ekaré responden estas preguntas en conjunto, a 40 años de crear el proyecto que hoy opera desde Santiago de Chile, Barcelona y Caracas, con más de 300 libros vivos en su catálogo y publicaciones propias de autores de 18 países distintos, traducidas a más de 20 lenguas. Míranos aquí, mirarnos en los libros.
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Ilustración de Rosana Faría.
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1. ¿Qué historia contaba Ekaré hace 40 años?

Cuarenta años. Son muchos. Y contradicen el hecho de que nunca hemos dejado de considerarnos una pequeña y joven editorial. Desde los comienzos, queríamos contar una buena historia, venezolana y latinoamericana, que reflejara nuestro entorno para llenar el vacío que encontramos en las bibliotecas del Banco del Libro.

Aunque nos burlábamos secretamente de este asunto de la “búsqueda de la identidad”, que se había vuelto una frase cliché entre sociólogos y educadores de nuestro continente, es cierto que no nos veíamos, que no nos considerábamos interesantes; no encontrábamos herramientas para vernos. Durante demasiado tiempo, la “vida” había estado en otra parte. En París, sobre todo. También en Nueva York o Londres. Pero, en esos años, en el mundo del arte y particularmente de la literatura, el paisaje de nuestro continente, las personas y sus historias, habían cobrado una relevancia inusitada. En las obras de Cortázar, Vargas Llosa y García Márquez —tan distintas, tan innovadoras, tan seductoras—, éramos otros, comenzábamos a ser.

Y fue dentro de este descubrimiento de nosotros mismos, que Ediciones Ekaré comenzó publicando en sus primeros años historias de pueblos indígenas, cuentos criollos, una colección de libros de información sobre animales de Venezuela, y la famosa Margarita de Rubén Darío.

De hecho, la palabra ekaré está tomada de un vocablo pemón que significa narración de hechos verdaderos o nuevos o, en su acepción más amplia, cuento.

Ilustración de Vicky Sempere.

 

2. ¿Cuáles eran sus marcas de identidad?

Tres asuntos marcaron a la editorial:

-Todos nuestros libros eran ilustrados y la ilustración pesaba, no sólo por el espacio que ocupaba en la totalidad del libro, por el cuidado y dedicación con que fueron hechas, sino también porque allí se desplegaban los personajes y los escenarios de nuestro entorno. De esta manera, Ediciones Ekaré estuvo en los inicios de lo que después sería una poderosa tendencia: el libro álbum latinoamericano.

-Ekaré nació dentro del Banco del Libro, una institución de promoción de la lectura muy vinculada en ese tiempo con la creación y dotación de bibliotecas. Esa experiencia en servicios bibliotecarios fue fundamental para definir nuestras líneas editoriales. Hicimos los libros que no llegaban de España o Argentina y fueron bienvenidos por los lectores. Esa buena recepción inicial y nos hacía pensar en que también podrían viajar, ser apreciados en otras latitudes.

-También publicamos traducciones de libros que nos parecieron interesantes e importantes para que fueran conocidos por nuestros lectores. Autores estadounidenses como Chris van Allsburg (El Expreso Polar ), brasileños como Ana Maria Machado y su Niña bonita, entraron a nuestro catálogo junto a los ingleses David McKee, Michael Rosen y Helen Oxenbury (Vamos a cazar un oso) o australianos como Mem Fox, Margaret Wild y Ron Brooks.

Nos dimos cuenta de la importancia de publicar buenos libros traducidos de otras lenguas, para que nuestro catálogo no quedara encerrado mirándose el ombligo y pudiese empinarse hacia otros horizontes. Pero nos era difícil competir con Alfaguara, por ejemplo, por los derechos de Sendak, o, más adelante, con Fondo de Cultura Económica por Anthony Browne.

 

3. ¿Cómo y dónde circulaban en esos primeros años?

Nos pasaba como a todos: pensar y crear los libros era el rostro dulce; la distribución era la cara menos amable de nuestro trabajo.

Comenzamos distribuyendo en Venezuela a los servicios bibliotecarios y a las librerías. Y nos dimos cuenta de que aquellos libros que funcionaban en Venezuela también encontraban lectores en otros países de América Latina. Y eso significó que hubiese interés de parte de algunos distribuidores estadounidenses como Iaconi Books en San Francisco y  Lectorum en Nueva York, y comenzamos a exportar a Estados Unidos para las comunidades hispanohablantes.

Fue importante también el éxito que tuvo La calle es libre en la feria de Bologna de 1981 en la que ocho editoriales compraron los derechos de traducción: inglés, alemán, francés, sueco, danés, noruego, islandés, holandés. Como era una de nuestras primeras ferias, pensamos que vender derechos era un asunto de “un dos por tres”. Pero, aunque hemos continuado vendiendo derechos, y de manera exitosa, de muchos otros títulos, no hemos vuelto a tener ese inmenso éxito de La calle es libre (que se ha seguido vendiendo a otras lenguas hasta sumar 17).

También el hecho de publicar traducciones fue importante para darnos a conocer en otros países y que los originales de Ekaré fuesen considerados para las compras de derechos por editoriales extranjeras.

Fotografías que inspiraron La calle es libre e ilustración de Monika Doppert.

 

4. ¿Cuáles fueron los libros que se publicaron en 1978?

El rabipelado burlado y El cocuyo y la mora, dos cuentos de la etnia pemón de la Gran Sabana, al sur de Venezuela; Conoce nuestras aves, un libro de información sobre las aves de Venezuela y La expedición, traducción de un original de Emme Edizione, del autor-ilustrador Willi Baum. Este último es un libro sin palabras (insólito en esos años) en que las imágenes nos cuentan de un barco que llega a una isla tropical que parece desierta. En la cima del cerro que está al centro de la isla, hay un hermoso templo. Al mando del capitán la tripulación sube y desarma columnas, capiteles, esculturas. Cuando bajan, se dan cuenta de que las chimeneas del barco han desaparecido. Y cuando vuelven la vista atrás, descubren que están arriba del cerro.

 

5. ¿Alguna anécdota sobre la edición de esas primeras publicaciones?

Buscando financiamiento durante esos primeros tiempos de muy poca capacidad financiera acudimos a un amigo relacionado con un importante canal de televisión, quien nos  ayudó a tener una reunión con el gerente de su fundación, un filósofo, a quien le planteamos el proyecto de una traducción, La expedición, y dos originales de relatos pemón, El rabipelado burlado y El cocuyo y la mora. Sus primeras palabras fueron: “No sé nada acerca de libros para niños y como soy la quintaesencia de lo abstracto, por favor, pónganme al tanto.”

“No hay problema”, contestamos y le dimos el resumen de los libros, su costo y la fecha estimada de publicación. Dijo que le daría una mirada y que nos contactaría. Después de tres meses sin noticias, lo llamamos insistentemente hasta que finalmente nos contesta: “No puedo darles el dinero hasta que me muestren los libros”. Contestamos: “No podemos mostrarle los libros hasta que nos dé el dinero para imprimirlos”.

Finalmente, desesperadas, tuvimos una idea. Le llevaríamos la edición original en italiano de La expedición.

A pesar de que la historia que cuenta este libro sin palabras es muy divertida, el gerente de la fundación no la consideró así. Pasando página tras página, su ceño se fruncía cada vez más hasta que dijo: “Pero si este libro no tiene palabras, qué van a traducir”. El título, dijimos.

Esa vez sí nos dio el dinero.

Ilustración de Eileen Browne.

6. ¿Qué cuenta, qué significa Ekaré hoy?

Contamos lo mismo de siempre: hacer libros atractivos, bonitos, con buenas historias. Ekaré es  una editorial pequeña e independiente de las pocas que surgieron en esos tiempos —los setenta del siglo pasado— y lograron sobrevivir. Tantos años. Sigue siendo una referencia entre la inmensa oferta de las muchas editoriales que han surgido recientemente y han tomado el mismo camino: privilegiar en su catálogo el libro álbum, pero con algo que creemos que la distingue: la búsqueda permanente de una buena historia, contada con palabras e imágenes —o sólo imágenes—, pero siempre, como sustento y sustancia, un cuento que seduzca al lector.

Ilustración de Eileen Browne.

 

7. Cuando miran sus novedades en 2018, ¿cómo continúa vigente o cómo se ha modificado su idea de libro para niños? 

Todos los avances en los programas informáticos de diseño y manejo de imágenes y en las técnicas de impresión permiten fabricar más fácilmente libros de muy buena factura, con cuatro o más colores, con encuadernaciones en diferentes materiales, con troqueles, en fin, es más fácil, más rápido y más barato hacer libros distintos y atractivos en su materialidad. En nuestros comienzos, los ilustradores tenían que hacer ellos mismos la separación de colores, a mano; y nuestro impresor solo tenía prensas de dos colores, asuntos inimaginables hoy en día.

Esos primeros libros de finales de los 70, se veían solitarios en el contexto latinoamericano, en cambio ahora, en 2018, los libros de Ekaré, en las librerías y bibliotecas, están rodeados de muchos otros parecidos. Están bien acompañados.

Muchas cosas han cambiado en estos cuarenta años pero nuestra manera de trabajar, intensamente, dando a cada proyecto el espacio y tiempo que requiere, implicando a todo el equipo en las decisiones que tomamos, no ha cambiado. Es algo caótico, por supuesto, y a veces exasperante, pero en general nos ha dado buenos resultados.

 

8. Y su idea de niña y niño lector, ¿ha cambiado?

El mundo que rodea a los niños es diferente; está lleno de estímulos, de ruido. Hay infinitas posibilidades de entretenimiento a través de los medios digitales que ofrecen historias o juegos a menudo incoherentes, caprichosos y hasta sin sentido. Pero con un gran poder de atracción. Puede que esto haga a los niños alejarse de la lectura y ser absorbidos por un frenesí comunicacional porque la lectura requiere de cierta tranquilidad y silencio. Y en un mundo en que la atmósfera se ha enrarecido con la inmediatez de la comunicación, con la velocidad que esto imprime al hacer de las personas, el libro deja sentir su peso, sus exigencias de atención y concentración prolongada.  

A pesar de todo, ahí están nuestros libros esperando ese precioso momento de tranquilidad y silencio en que un adulto sentará a su lado a un niño y se sumergirán juntos en el disfrute de una buena historia. Si Ekaré consigue que sus libros, clásicos o novedades, sigan acompañando ese fantástico e importantísimo momento, nos damos por muy contentos.

Una consideración final que no podemos dejar de lado: Ekaré nació como un programa del Banco del Libro. Sería difícil imaginar todo el camino recorrido sin recordar la buena voluntad de la institución y el apoyo que nos dio al inicio. Creyeron en la idea y nos retaron a cumplir con el sueño de producir “los mejores libros para niños”.

Hemos intentado hacerlo.

Ilustración de Rosana Faría.

 

‘¿Cómo evolucionarán los mercados libreros?’

De aguinaldo: dos preguntas a Pablo Larraguibel, director editorial de Ekaré Europa.

 

9. ¿Qué sigue para Ekaré?

El entorno en que hoy se mueve Ekaré es muchísimo más competido y rico en oferta del que había hace cuarenta años, incluso hace quince. Las editoriales especializadas, o que tienen una oferta importante, en libro álbum son muchas y algunas muy buenas. Si hace 17 años, cuando Ekaré llegó a España, había solo seis editoriales especializadas, ahora hay más de cincuenta. Hace 20 años en América Latina apenas existían, ahora son unas cuantas y con una oferta bien interesante.

A Ekaré le toca seguir haciendo lo que sabe hacer: ver a su alrededor, entender el entorno en que se mueve e intentar seguir publicando buenas historias, buenos libros que emocionen a los lectores. Y entender el entorno en que se mueve significa mirarse como editorial que es capaz de poner sus libros en librerías y bibliotecas de toda América Latina, en Estados Unidos y España con autores e ilustradores de muchas procedencias y que eso no signifique descafeinarse. Creemos que lo lograremos, dado que esta condición de editorial que es leída en muchos países y rincones de esos países, viene de lejos. Si entendemos que una historia local puede ser universal si está bien narrada podremos seguir ofreciendo ventanas a esas realidades a lectores de muchas latitudes.

Nos preocupa mucho más el cómo evolucionarán los mercados libreros: ¿Se mantendrán las redes de librerías en los países que las tienen? ¿Habrá capcaidad de crecimiento de redes libreras en países que no las tienen? ¿La concentración en cadenas de librerías hará que la selección apunte solo a los bestsellers dejando fuera una producción rica y variada? ¿Los programas de dotación de bibliotecas públicas en los países que los tienen seguirán? Tal como suponemos, ¿el libro álbum seguirá agarrando fuerzas como opción para la promoción de la lectura?…

Las dudas siempre son muchas, pero durante estos cuarenta años hemos tenido la habilidad de adaptarnos a las circunstancias sin perder el concepto inicial de la editorial. El reto es poder seguir haciéndolo.

Ilustraciones de Morella Fuenmayor.

10. ¿Ekaré México?

Ekaré ha seguido a su gente: Cuando Verónica Uribe volvió a Chile, Ekaré fue con ella y ahora Ekaré Sur es una referencia en ese país. Cuando hace veinte años Irene Savino decidió irse a España, Ekaré decidió no desprenderse de su directora de arte y siguió trabajando a distancia con ella: fue el germen de la oficina en Barcelona que abrió en 2001.

La capacidad financiera de la editorial no permite tomar decisiones como la de «abrir oficinas”, pero sí ha podido acompañar a quien se mueve. Araya Goitia, encargada de compra-venta de derechos de la editorial decidió hace unos ocho meses, probar suerte un tiempo en México, y gracias a ella hemos tenido la oportunidad de trabajar de manera más cercana con librerías, bibliotecas, críticos autores e ilustradores mexicanos. Por ahora, su estadía en Ciudad de México es temporal, pero su experiencia ha sido muy rica y estamos seguros que de ella saldrán buenas cosas. Ya veremos qué alcance tiene.   

Ilustraciones de Morella Fuenmayor.

 

Testimonios:

¿Qué significa Ekaré para ti? 

Para mí Ekaré significa «ida y vuelta». Fue un punto de partida cuando decidí dedicarme a estudiar la LIJ y cursé el máster en esta especialidad en la Autónoma de Barcelona. Distintos libros del catálogo de Ekaré eran constantemente nombrados por los profesores como referente, así que fue un especie de brújula leerlos.

Pero además allí tomé un taller de edición con Carmen Diana Dearden e Irene Savino, directora de arte de Ekaré Europa y otro de los pilares del proyecto, y conocí de cerca su filosofía editorial. Entendí después por qué eran ellas quienes impartían ese taller: nadie con más experiencia haciendo libros y de una forma que parecía casi utópica: sin límite de tiempo en el proceso, cuidando todo detalle de cada nueva publicación. Recuerdo muy bien haberme acercado al final de aquel curso, en septiembre de 2012, para pedirles sus correos electrónicos. Pronto empecé a escribir reseñas de sus libros en el diario Reforma y luego en mi blog y las mantuve al tanto. A principios de 2015 decidí probar suerte y envié un cuento a otra maestra que había tenido en el máster y que era editora externa de Ekaré: Cecilia Silva Díaz. Afortunadamente a Ceci le interesó la propuesta y fuimos charlándolo con mucha calma hasta que en septiembre de 2017 tuvimos nuestra primera junta ya con Irene y con quien ilustrará el libro, mi querida amiga Carmen Segovia. Ekaré me hace ahora mirar hacia adelante en mis propias preguntas como escritor.

Pero decía que también me hace voltear porque el primer libro que leí de Ekaré fue Margarita. De esa historia hablé en esta entrada. Básicamente «A Margarita Debayle» fue un poema que le escuché a mi abuelo toda mi infancia. Cuando me encontré con la edición de Ekaré, mi abuelo ya había muerto, pero yo volví a su voz, a esos primeros encuentros con la literatura. Ekaré hace regresar, volver a leer y recordar quién nos condujo a un libro. Otros libros de su catálogo a los que regreso constantemente en mi trabajo como mediador son Tú no me vas a creer, Diez pájaros en mi ventana, ¡A comer!, El contador de cuentos, El armario chino, Memorias de una abuela apostadora, la serie de Amor y Susto, los informativos y, en fin, ya mejor le paro.

Pedí a dos integrantes más de Ekaré que me compartieran sus impresiones sobre la editorial: María Francisca Mayobre, directora editorial, y Araya Goitia, coordinadora de derechos y editora. Con sus testimonios abro y cierro el siguiente recuento en el que amablemente participaron diversos mediadores y especialistas en literatura infantil y juvenil. ¡A todos ellos muchas gracias! Lo que más me ha impresionado de este ejercicio de recopilación de testimonios es que siempre hubo un libro diferente en cada historia de lectura. La diversidad de libros memorables como seña particular ahora que contamos 40 años de contar.

 

María Francisca Mayobre:

Hace 40 años Ediciones Ekaré contaba la historia de lo novedoso y del descubrimiento. Desde los programas de promoción de lectura del Banco del libro y partir del contacto directo con los lectores y mediadores de Venezuela y Latinoamérica se estableció una experiencia vital que dio pie a sentar las bases de la editorial. Esto trajo consigo la búsqueda de una identidad nacional y regional a través de lenguajes visuales y textuales, para ese entonces, innovadores, necesarios y afectivos. La apuesta por el libro álbum a partir de cuidadas versiones de narraciones indígenas del Sureste de Venezuela y de la poesía fueron textos acertados y determinantes para comenzar una línea editorial que de inmediato consiguió afianzarse en el imaginario nacional y regional. Las cuidadas ilustraciones de estos libros proponían una nueva manera de ver el entorno inmediato, esta vez desde adentro, investigando en torno a lo local e intentando deshacerse de los prejuicios y esteriotipos que enfatizaban muchos libros para niños y jóvenes publicados en ese entonces. Desde sus inicios la calidad gráfica siempre fue una de las pautas a seguir por la editorial: los libros publicados debían ser de altísima calidad en cuanto al formato, el papel y la impresión. Tener en las manos un libro de Ekaré suponía un deleite que enamorara y seduciera propiciando un encuentro sensorial con la lectura.

Para mí, en lo particular, Ekaré ha estado siempre presente a través de los grandes afectos y ahora que lo pienso, y sin entrar en honduras, constantemente de la mano de lo femenino. Primero fue a través mi madre. Ella fue una gran lectora, siempre nos leyó y procuró tener libros cerca. Nos llevaba periódicamente a la librería del Banco del libro y luego, en la Venezuela de finales de los años ’70, apenas salió a la luz Ediciones Ekaré compró siempre todos los libros. Más tarde, se publicó Margarita y se lo regalaron a mi hermana. Recuerdo como ella andaba para arriba y para abajo con su preciado librito azul, balbuceando por todos lados la poesía que mi papá solía recitarnos antes de que fuese un libro ilustrado. Pasó el tiempo, y después con mi primer hijo me tocaba a mi procurar los libros. Felizmente tenía muchos de los clásicos de Ekaré en casa: los libros que habían sido míos y de mi hermana pasaban ahora a formar parte de la nueva biblioteca de mi hijo mayor.

Pero también estaban las novedades y así recuerdo ahorrar para ir comprando mes a mes los libros de la colección de Sapo y Fernando Furioso, por ejemplo. Y siguió pasando el tiempo y casi por arte de magia comencé a trabajar en Ekaré, después de haber participado en una maravillosa exposición que demostraba cómo los soportes de lectura pueden ser insondables y sorprendentes. Carmen Diana, Verónica y un equipo de mujeres fabulosas me adoptaron y desvelaron un nuevo mundo a través de la lectura, edición e ilustración que me ha marcado hondamente. Tuve dos hijos más y de la mano de ellos hice algunos libros nuevos para Ekaré y a la vez redescubrí otros títulos del catálogo de la editorial. El tiempo ha pasado, hace años que mi madre no está y al igual que los lectores de Ekaré mis hijos han ido creciendo, pero como mi hermana cada uno de nosotros continua con su libro preferido de cabecera bajo el brazo tarareando frases y rememorando imágenes entrañables que nos ha dejado esta editorial fundacional y esencial. Yo, por mi parte, siempre tendré junto a mi El tigre y el cangrejo y tararearé en sotto voce: «Ojos, mis ojos, hasta el medio del mar vuelen ya. Sen, sen, sen.»

 

Anna Juan Cantavella:

Ekaré siempre estuvo ahí, acompañado mis pasitos en el mundo de la mediación literaria con algunos de los álbumes que más veces he leído en voz alta… Cuando pienso en cómo comencé y en qué libros estaban, me aparece la imagen de la pequeña biblioteca del mar en la que comenzó todo. Y en ese espacio, un recuerdo muy vivo: un niño de 9 años, muy travieso y con dificultades para la lectura, que venía todas las mañanas a ayudarme antes de abrir las puertas al público, para que, en secreto, le leyera en voz alta Detective John Chatterton.
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Cristina Vargas:

Es 1991 (los números capicúa siempre son especiales) llego a FIL Guadalajara y me tropiezo con Ekaré, no recuerdo si ahí me encuentro por primera vez con Guillermo Jorge Manuel José, pero seguro convivo con El Perro del cerro y la rana de la sabana. ¿Fue entonces que me conquista la entrañable Doña Piñones? De pronto descubro, con vistosos taparrabos, a un conejo y a un… ¿mapurite? “¿Será un zorrillo?” me pregunto. El Cocuyo y la Mora, La calle es libre y La cama de mamá. Asombro, puro asombro frente a lo innovador. Un sentimiento agradable al mirar esos libros bien cuidados y cercanos. Es 2018 y ese sentimiento continúa. Además, una colección bien balanceada, cuidada y un catálogo en el que la mayoría de los títulos permanece… se agradece.
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Verónica Juárez Campos:

La propuesta de Ekaré es simple y a la vez compleja de lograr: conmovernos con sus historias; para ello, siempre guarda un as bajo la manga: la edición, la ilustración, la historia o, como casi siempre pasa, el conjunto de las anteriores. En más de una ocasión me he descubierto impresionada y a la vez emocionada con algún libro: pasando páginas, regresando para ver con más calma las ilustraciones, avanzándolas, sólo para al final caer en cuenta que pertenece a Ekaré y entonces viene un “¡claro!” (una especie de “¡tenía que ser!”). Hay varios libros a los que le tengo un cariño especial, acá sólo mencionaré tres: León de biblioteca de Michelle Knudsen, Concierto para escalera y orquesta de Antonio Orlando Rodríguez y Álbum[es] de Sophie Van der Linden.

 

Érika Burgos:

Suelo comenzar mis talleres regalando una lectura, encuentro en esta práctica la mejor fórmula para ofrecer un cálido saludo, crear una atmósfera, disponer un ánimo para nuestro trabajo. Miro mi librero donde hay varios libros de Ekaré y enfrento uno de los momentos más complicados de los preparativos: ¿cuál elijo? 

Me gusta observar el efecto que crea esta primera lectura que siempre me plantea un reto enorme porque pienso ¿y qué otra cosa podrá pasar aquí que logre crear otro momento tan significativo? Recuerdo una ocasión en la que daba taller para un grupo de abuelos, había uno muy enojado que abiertamente dijo que no quería estar ahí, que lo habían llevado. Terminando de leer Guillermo Jorge Manuel José me dijo: “Si vas a leer más cuentos como ese entonces sí quiero estar aquí”. Y sí, los libros de Ekaré, son esa casa maravillosa donde siempre querríamos quedarnos.

 

Rodrigo Morlesin:

Ekaré es un niño travieso y un anciano curioso que viven en mi librero. Siempre que busco qué recomendar, alguno de los dos me susurran historias maravillosas, interesantes y con imágenes geniales. Margarita, Mensaje importante, Océanos Ojo con los números. Saben toda clase de historias. A veces les hago caso, otras los dejo descansar. Siempre son buenos amigos, de esos que dan gusto presumir porque nunca me quedan mal.

 

María Fernanda Paz-Castillo:

Ekaré nace dentro del Banco del Libro y eso marca la búsqueda de la editorial y su conocimiento y postura sobre la infancia, la literatura para niños y su promoción. Muchas de las editoriales independientes que publican hoy libros para niños no tienen en la cabeza una representación de la infancia. Ekaré no solo tiene una representación de la infancia sino que en esta caben muchos niños lectores, lo que ha conformado un catálogo muy amplio, prácticamente fundacional en América Latina, un catálogo incluyente… lejos quizás de la corriente de hoy de las independientes de publicar para un lector muy focalizado… lo que se llamaría el «target». El target de Ekaré son los niños de carne y hueso, los niños que visitan las bibliotecas, los niños a quienes sus papás les leen cuentos… Me gusta que sus libros le hablen directamente a los niños, sin mediaciones del adulto. Además, son pioneros en el libro álbum, esto sin dejar de lado la recopilación de tradición oral. Mi admiración por Ekaré es grande: es una inspiración ver cómo unas editoras que creyeron en la publicación de libros para niños como un camino, hicieron libros como El rabipelado burlado, El cocuyo y la mora, La peineta colorada, Margarita y el muy caraqueño y a la vez el muy universal La calle es libre, que iban más allá de la época, de lo que circulaba en ese momento en América Latina. Fueron muy visionarias. Y por ello me levanto a aplaudir estos 40 años de Ekaré, a quienes la fundaron, a quienes han pasado por la editorial y a quienes actualmente están al frente. 

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Lawrence Schimel:

Conocí Ekaré hace casi un cuarto de siglo a través de Canadá y la traducción al inglés de La calle es libre, publicado por Annick Press. Años después me mudé a España, y mucho tiempo después decidí escribir una historia sobre la migración, especialmente sobre la gente dejada atrás, y pensando específicamente en Ekaré. Tardamos muchos años afinando el texto y en el proceso de ilustración. Todos (mi editora, la ilustradora, la directora de arte, etc.) habíamos vivido esa experiencia de migrar y dejar atrás a gente querida, así que fue un proyecto muy personal para todo el equipo. Para mí fue un gran orgullo que ¡Vamos a ver a papá! fuera traducido al inglés por Elisa Amado y publicado en Canadá por Groundwood (además de tener ediciones en Brasil, Corea y Japón), era como volver a mis orígenes personales Canadá-Ekaré. Pero el círculo no se ha cerrado porque el libro sigue viajando, uniendo, más que dejando atrás, a lectores que ya forman parte de la gran familia Ekaré repartida por el mundo, que habla muchos idiomas… como cuando yo descubrí, hace tantos años, The streets are free y me uní a la familia de lectores Ekaré.
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Claudio Aravena:

De mis libros de Ekaré, el recuerdo que más atesoro tiene relación con Sapo enamorado. Fue la primera historia que conté, mientras era animador a la lectura en algunas escuelas municipales de Peñalolén, hace casi veinte años. Hasta hoy me sorprende la tierna historia de amor, entre sapo y la pata blanca; el trazo sencillo y sin pretensión de Max Velthuijs, la portada color rosa. Ante la grandilocuencia, los efectos y el bombardeo gráfico de muchos libros infantiles, Sapo y su devenir amoroso renacen como un verdadero clásico.  
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Beatriz Soto Martínez:

Mi primer gran encuentro con Ekaré ocurrió hace 16 años como mamá. Una de las primeras historias que disfruté con mi hijo pequeño fue la de ¡Vamos a cazar un oso! de Michael Rosen con ilustraciones de Helen Oxenbury. Después aparecieron, La cama de mamá, Niña bonita, Yo puedo, Yo también, Los sonidos de la noche, entre otros. Actualmente coordino las Bibliotecas Infantiles de la Universidad Autónoma de Querétaro y estas historias, y muchas otras, están dentro de nuestros acervos. Cada año una de las visitas obligadas en la FILIJ y la FIL es el stand de Ekaré, porque siempre tienen el cuidado de contar nuevas historias que se quedan en el corazón.

 

Rosana Faría:

Ekaré es mi casa, mi familia, Irene Savino fue mi primera profesora de ilustración en el Instituto de diseño Neumann, y luego la directora de arte de mis primeros libros con Ekaré, Pin Uno Pin Dos, de Arturo Navarro, y luego Niña bonita, de la gran Ana María Machado. Irene fue, una maestra que con dulzura y sutileza me acompañó y orientó en lo que se convertiría en mi pasión, el mundo de los libros ilustrados. Luego trabajé con Carmen Diana Dearden como editora de Jararaca, Perereca y Tiririca, y luego con María Francisca Mayobre en Un diente se mueve y Arepita de Manteca, bajo la dirección de arte de Analiesse Ibarra y Ana Palmero. Todas mujeres extraordinarias, a las que se suma Araya Goitia, la pequeña saltamontes de la edición infantil. Ahora soy librera, y tengo un anaquel dedicado a mi editorial amada, me conozco casi todo el fondo y estoy a 25 minutos de San Agustí 6, la sede en Europa de esta casa que sigue haciendo magia con los manuscritos y las traducciones que publica.

 

Germán Machado:

En mi vida adulta, Ekaré aparece en tres momentos distintos y con tres encantos diferentes. Primero, en lo que me hace como lector atento de LIJ, allá por los años 90, sus libros significaban la presencia en mi biblioteca de algo muy latinoamericano y de mucha calidad gráfica y literaria. Recuerdo en particular el impacto que significó para mí encontrarme con libros como Niña bonita o La composición, o más tarde, también, el magnífico e incomparable Chamario. Luego, cuando decidí convertirme en librero en Catalunya, fue el editor de Ekaré la primera persona que me echó un generoso cable a tierra y se comprometió a apoyarme en lo que necesitara para sacar adelante la locura de un espacio de promoción y venta de libros de LIJ en comarcas: “eso de la solidaridad sudaca”, me dijo una vez una entrañable cascarrabias que hacía de comercial en una distribuidora. Este año, ya como autor, trabajar en la edición de un libro con las editoras y editores de Ekaré me permitió darme cuenta en vivo y en directo del cuidado y la calidez con la que siembran y cosechan buenas lecturas. Per molts anys, querida Ekaré.

 

Georgina Prieto:

Hoy leí en cuatro grupos de primaria el libro Las tortugas nunca duermen de Esther Prado y Miguel Díaz Lasangre…  ¡Éxito total! A los niños les fascinó la transformación de Felicia y Tina, y a mí me maravilló el impacto que les causaron las ilustraciones en esa parte de la historia, apoyadas con sólo una palabra para describir lo que ocurría. La actividad consistió en que cada uno tenía que decir con quién intercambiaría personalidad y por qué. Algunos niños quisieran intercambiar personalidad con sus hermanos pequeños, porque no tienen que ir a la escuela… Pero una niña me hizo el día (o el año) ya que dijo que se intercambiaría conmigo, porque le gusta mi manera de ser y de leer. Ya era una enamorada de los libros de Ekaré pero este año conocí muchos más: ¡son perfectos para leer en voz alta!

 

Araya Goitia:

Yo soy parte de una generación que ya creció con los libros de Ekaré. En la Caracas de los años 90, la biblioteca de mi colegio tenía sus estanterías llenas: El rojo es el mejor, El rey mocho, y mi favorito, El perro del cerro y la rana de la sabana. Son libros que atesoro en mi memoria de lectora y que también hoy en día continúan reimprimiéndose. Pero esa niña que era yo no llegó sola a los libros: por fortuna tuve excelentes maestras y dos grandes bibliotecarias. La entrada de Ekaré al mundo de los libros fue así, siempre de la mano con mediadores. Fue una época donde si los libros llegaron adonde tenían que llegar, fue gracias a esos bibliotecarios, cuentacuentos, padres y madres, maestros.

Es muy elocuente la anécdota del Padre Bruno Renaud en la Biblioteca de San José de la Urbina, una zona de bajos recursos de la cual salió la historia de La calle es libre. A los niños de esa biblioteca les pidieron que modelaran a los personajes de su barrio en arcilla, en orden de importancia. Ellos hicieron a sus padres, a los «malandros», a los policías, entre otros miembros de su comunidad, pero al que hicieron más grande fue, precisamente, al bibliotecario.

¿Cómo algo que comienza sin fines de lucro termina siendo una de las editoriales independientes con mayor presencia comercial en toda Hispanoamérica? Creo que la clave y el reto de Ekaré en este paso de generaciones es honrar sus inicios, seguir formando lectores, haciendo libros que reconozcan ese trabajo de mediación a partir del cual comenzó todo. La palabra «editor» en este siglo puede llegar a tener una frialdad como de laboratorio. En ese sentido, ojalá pasemos un poquito a la historia también como mediadores, porque todos en este equipo comenzamos contando cuentos (y escuchándolos).

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Más favoritos

Los buenos libros son aliados de los mediadores. Según las cifras del equipo de Ekaré, los libros más vendidos en la historia de la editorial son La calle es libre, Vamos a cazar un oso, Margarita, Siete ratones ciegos, la serie Sapo Niña bonita. Y más recientemente: León de biblioteca, Al sur de la Alameda La tortilla corredora. 

Ilustración de Max Velthuijs.

Pedí a los lectores de la página del Facebook del blog que compartieran sus favoritos. La usuario y lectora Karen FerCa comentó: «La sorpresa de Nandi. Leerlo es el pretexto perfecto para probar frutas ¿O probar las frutas es el pretexto para leerlo? De cualquier forma la pasamos ¡GENIAL!» y Ana Nebreda Domínguez completa: «El panorama de la lectura infantil no puede dibujarse sin vosotros». Además de los ya mencionados arriba, aquí otros. Muchas gracias a Marcia Ramos, Débora Núñez, Leidy Quintero, Paola Cordero Román, Laura Basso, Abraham RB, Claudia Massague Benitez, Laura Cabeza, El Libro con Botas, Dana Gutiérrez Shanahan, Nora Obregón, Reyva Franco, Maria Auxiliadora Herrera Z por participar.

¿Se suman? ¿Nos cuentan cuál es su libro favorito de Ekaré y por qué? ¿O qué significa para ustedes esta editorial? Compartan en los comentarios y sigamos celebrando. ¡Gracias!

Ilustración de Daniel París.

 

Fotografía de portada: archivo de Ekaré.

5 Comentarios »

  1. ¡Qué bonita forma de celebrar este fin de año! Compartiendo y contando nuestras experiencias de lectura y coincidiendo con tantos favoritos. Es que en el catálogo de Ekaré me resulta imposible decir que uno no me gusta aunque, ciertamente algunos me gustan más que otros.
    «Compota de manzana» este maravilloso libro álbum de Klaas Verplancke es una delicia para conocer encuentros, desencuentros y reencuentros con papás presentes. «Papás que también son hijos…» como anotan en su cuarta de forros.
    Me encanta la nueva colección en cartoné de Ekaré Sur: Animalarte, Futarte, Transportarte, pequeños museos editoriales que ofrecen a los niños y sus familias una ventana al arte.
    ¡Feliz de encontrarme siempre con sus libros! ¡Felicidades cumpleañeros integrantes de esta familia Ekaré!
    Alma Carrasco

    • Querida Alma, muchas gracias por sumarte a la celebración y aportar más títulos favoritos y motivos para leer Ekaré. La verdad es que, como dices, es una felicidad llegar a libros que conecten tanto con los lectores y entre lectores de diversas generaciones. Fíjate que la colección de Animalarte, Frutarte… no la he podido revisar, pero seguiré tu recomendación. ¡Abrazo grande!

  2. Quisiera destacar especialmente la colección de libros de canciones, «Clave de sol», que tanto aportó y aporta a la experiencia musical de los más chicos: «Mi burro enfermo», «El conde Olinos», «Chumba la cachumba», «La pulga y el piojo», «Estaba el señor don gato», canciones maravillosas que trascienden de generación en generación, que llegan a los jardines de infantes y a las escuelas gracias a que están impresas en esos hermosos libros (porque ya no podemos confiar en la transmisión oral espontánea; el lenguaje y los intercambios de lenguaje entre niños y adultos están en camino de extinción, hace falta realizar operaciones precisas para que algo ocurra, y en ese sentido estos libros que invitan a cantar, que proponen el material, funcionan preciosamente desde el punto de vita artístico literario/musical y vincular).
    A mí personalmente me gustan mucho también los mini-libros; y la biblioteca del lugar donde trabajo, que se encarga de alimentar a niños de 0 a 3 años y a sus familias, tiene entre sus preferidos «La merienda del señor verde», de Javier Saez Castán, «Chamario», «Doña Piñones», «Pin uno pin dos» (y tantísimos más…)
    Muchas gracias Ekaré por tantos buenos libros, por la continuidad de un proyecto que conserva su calidad a lo largo del tiempo, que crece y explora. Los niños del jardín donde trabajo están muy agradecidos y felices de tenerlos cerca.
    ¡Y felicidades por este generoso cumpleaños!
    María Emilia

    • Querida María Emilia, mil gracias por sumarte. Qué bueno que mencionaras la colección de libros de canciones. ¡Se nos había pasado! Y sin duda es de las más emblemáticas y de las que más hacen falta, como dices. Buscaré Doña Piñones, si lo recomiendan tus niños de 0 a 3 debe ser imperdible. ¡Abrazo grande!

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